sábado, 8 de noviembre de 2014

La estulticia




Golpeó dos veces la puerta con los nudillos de su mano derecha mientras sujetaba con la izquierda la manilla.



¡Adelante! – dijo una voz desde el otro lado-.
Con un doble “buenos días” de cortesía se sentaron uno frente al otro.
Desde que cruzó la puerta, y hasta que abandonó aquel oscuro despacho, en ningún momento dejó de mirarle fijamente a los ojos con una especie de desdén que rallaba el desprecio. Era justamente lo que se merecía y lo que peor encajó.
Le habían hecho venir hasta él para amedrentarlo y talvez por ello, su interlocutor pensaba que iba a encontrar arrepentimiento, miedo o una petición de clemencia…Quizás un intento de acuerdo. Nada más alejado de la realidad.
La conversación fue fría y cortante. Ni hubo petición de gracia ni sometimiento. Eso sí, antes de salir por la puerta le dijo: “ Ten en cuenta lo que vas a hacer.Si crees que esto puede quedar así es porque no me conoces, al final vamos a comprobar si es mayor tu inteligencia o tu estulticia”
Esta última frase se quedó grabada a fuego en su cabeza. Todavía la recuerda.

Ganó la estulticia.