El pasamontañas

Con la crisis, muchas entidades bancarias (todas) han visto disminuido el negocio hasta escenarios jamás imaginados.
Ante el panorama de desolación crediticia, morosidad galopante y la generalizada disminución de ingresos en la inmensa mayoría de la sociedad, los bancos ya no encuentran manantiales en los que saciar su sed capitalista. Los balances no cuadran. Por ese motivo, el cobro de comisiones por servicios bancarios está alcanzando cotas de auténtico atraco.

En los últimos años muchas entidades bancarias han optado por cobrar a sus propios clientes por conceptos tradicionalmente gratuitos. Mantenimiento de libretas, transferencias,tarjetas, ingresos, correo, gestiones en Internet…Suma y Sigue. Unas comisiones de las que solamente se libran aquellos que tienen importantes haberes en la entidad (y pueden amenazar con largarse a otra) o quienes optan por trabajar con entidades que como mayor atractivo ofrecen precisamente la ausencia de comisiones. Ni tan siquiera la domiciliación de una nómina garantiza que esta práctica – tan legal como abusiva- parasite tu dinero.

El colmo de la desfachatez lo viví el pasado lunes, cuando me dirigí a la oficina del Banco de Sabadell en Calahorra, con la intención de realizar un ingreso de 10 euros en la cuenta de un cliente de dicha entidad, al que le había comprado un libro de arte por Internet.
Normalmente, si tienes que pagar un importe a través de una cuenta bancaria, te diriges directamente a la misma entidad, para evitar que te cobren una comisión por la transferencia entre distintos bancos.
Pues bien. Entré en la oficina del Sabadell, y le comenté al bancario mi intención: “Ingresar 10 euros en la cuenta de uno de sus clientes”. El bancario me contestó que al ser lunes, no aceptaban ingresos, que tenía que volver otro día…El martes, por ejemplo. Me quedé pasmado, pero en mitad de esa estupefacción, el bancario apostilló: Además, que sepa usted que le tendré que cobrar 2 euros más como comisión…Es decir, que para ingresar diez euros, en su oficina, en la cuenta de uno de sus clientes, el tío me pretendía cobrar 12 euros (una comisión que fríamente suponía el 20% de lo que tenía previsto ingresar).

Metí el billete en la cartera y los datos de la cuenta en un bolsillo, y mirándole a los ojos le dije: “Sabe lo que le digo, que en vez de corbata lo que les tendrían que facilitar a ustedes es un pasamontañas negro…De esa manera el atraco estaría mejor ambientado” y me largué de allí. El bancario no dijo ni esta boca es mía. ¡Qué iba a decir!