lunes, 20 de enero de 2014

como una ROCA



Con la llegada de la crisis, algunos oficios hasta entonces poco practicados se han ido viniendo arriba. Uno de ellos el de atracador agrícola.
En este oficio existen varias especialidades: robos de la producción agrícola, de maquinaria, de infraestructuras y el asalto indiscriminado de instalaciones y almacenes.
Su incidencia es uniforme en todo el territorio nacional, y a nivel de La Rioja se acentúa en las comarcas de Arnedo, Alfaro y Calahorra.

Los robos agrícolas son para la administración como los “OVNI”, si no se presentan en el cuartel de la Guardia Civil y se identifican…No existen. Por ello, la inmensa mayoría de las veces, los hurtos y robos perpetrados en el campo no constan como tales, ya que los agricultores (ya sean profesionales o no) no denuncian buena parte de los incidentes que les suceden. Los motivos que alegan para no denunciar son principalmente el saberse conocedores de que no servirá para nada el denunciar, como ya han comprobado en otras ocasiones. Aunque eso no es del todo cierto.
Resultan recurrentes aquellos afectados que afirman haber denunciado la primera vez que fueron robados, pero no las sucesivas. Es precisamente el mayor error que se puede cometer…No denunciar.
Sin denuncias no hay estadísticas y sin estadísticas la administración no pone medios a disposición de la lucha contra esta problemática.
Los sindicatos agrarios no precisan de esas estadísticas, y ya son varias las llamadas de atención desde estos colectivos lanzadas a la administración.la última hace una semana.
Es por la falta de denuncias registradas , que el índice oficial de robos agrícolas en La Rioja en 2012 “sólo” subió un 31% con respecto al 2011. Si se hubieran denunciado todos los casos la cifra se hubiera triplicado y posiblemente la Delegación del Gobierno en La Rioja se hubiera tomado más en serio este problema. Cosa que de momento no ha sucedido.
Muy al contrario, el 25 de octubre de 2013, se desplazó el Sr. Alberto Bretón (delegado del Gobierno) hasta Calahorra para presentar a bombo y platillo un grupo especial de lucha contra los robos en el campo que iba a tener su base en el puesto de Calahorra, dando servicio desde la ciudad Bimilenaria a todo el territorio riojano…El denominado “Equipo ROCA”.
Según afirmaba en entrevista grabada ante los medios de comunicación, el equipo llevaba funcionando desde el 7 de octubre y estaba compuesto por 5 agentes, que según manifestaba Bretón, se iban a “Dedicar de forma exclusiva y excluyente a combatir los robos en el campo”.
El anuncio sonaba escaso y podía incluso parecer ilusorio el pretender que un equipo de tan sólo 5 guardias pudiera dar servicio a toda la Comunidad autónoma. Hay que tener presente que aunque los agentes de la Guardia Civil son eficaces y voluntariosos por naturaleza, también son personas y han de tener delimitadas sus jornadas, turnos y días de descanso y vacaciones…Como es normal.
Por ello, no hace falta ser un Lince, para ver con claridad que cinco personas a turnos no dan para vigilar toda La Rioja ni en los mejores sueños del Sr. Delegado del Gobierno.
Pese a lo manifestado – y anunciado- por Bretón, la realidad ha demostrado que esos agentes no se han dedicado de forma exclusiva ni excluyente a combatir los robos en el campo, y también así lo ha dejado claro el propio Ministerio del Interior a preguntas de los parlamentarios nacionales del PSR, afirmando que los Equipos ROCA se nutren de otros efectivos de la Guardia Civil para dar este servicio, pero no conforman unidades especializadas de forma exclusiva en robos agrícolas. Por tanto queda claro que Bretón vendió humo, ya que el equipo ROCA de La Rioja parece tener una escasa operatividad y sus componentes pertenecen a las plantillas de varios acuartelamiento dispersos por nuestra geografía, lo cual –sin duda- les ayudará poco en esta deseable tarea.

Por todo ello, va siendo hora de que la Delegación del Gobierno y el propio Gobierno de La Rioja muevan ficha en pos de acabar con esta sangría que vienen sufriendo agricultores profesionales y personas que con toda la ilusión mantienen en las periferias de nuestros pueblos un pequeño huerto con su casilla de aperos (de las de verdad) y ven como sistemáticamente se la revientan tres o cuatro veces al año.

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