domingo, 16 de febrero de 2014

Soltar lastre.

No es posible ofrecer soluciones a los problemas de los demás, cuando no has terminado de solucionar los de tu propia casa. Y en esas estamos.

Los partidos políticos son organizaciones imperfectas, porque la perfección no existe, o en el mejor de los casos está sólo a disposición divina.
Esta manifiesta imperfección no es debida a que los partidos sean malos por naturaleza, muy al contrario, su mayor defecto radica en que se nutren de personas que quieren gobernar a otras personas; seres humanos con sus virtudes y defectos…Sus principios y ambiciones…Sus odios y desvaríos…Fiel reflejo de la sociedad en su conjunto.

Para gobernar algo tan complicado como un partido político tradicional, se necesita liderazgo y firmeza. Un liderazgo que se deje sentir…Que se note. Una firmeza tan decidida como la del puño que sostiene al jilguero; con la fuerza necesaria para que no escape, pero sin apretar tanto como para sesgar su vida. Esa es la firmeza que una formación política (y sus líderes) ha transmitir a quienes libremente acceden a formar parte de la misma.
Ante esta reflexión es muy sencillo contraponer sólidos argumentos (hasta el menos listo de los menos listos lo haría…Incluso yo). Pero este artículo no versa de si es mejor o peor el sistema, o de si la democracia interna en los partidos ha de fluir más o menos…Ni tan siquiera de si los propios partidos – convencionales- están quedándose o no obsoletos.
Todas estas cuestiones son legítimas y están en la calle. Además -y afortunadamente- en España a nadie se le obliga a militar en un partido “tradicional”, ni a votarlo, ni mucho menos a montar una agrupación de electores independiente, o intervenir en una asamblea del 15-M…Cada uno puede hacer lo que le venga en gana.

Los partidos que denominamos tradicionales, (PP, PSOE, IU, CIU, UPyD, PNV, PR...) son organizaciones similares en el fondo, pero con evidentes diferencias en los modos. También Las deserciones, disidencias, transfuguismo y apropiación personalista de los escaños de la colectividad están a la orden del día en estas formaciones.

El sistema de elección de líderes es muy diferente según el partido. Por ejemplo, al sucesor de Rubalcaba al frente del PSOE lo van a elegir mediante votación todos los militantes del partido en España, así como toda aquella persona que quiera registrarse como simpatizante. En las antípodas de este sistema encontramos el del Partido Popular, cuyo último candidato a las elecciones – y actual Presidente del Gobierno- fue elegido por una sola persona (Aznar).
Como caso intermedio encontramos a Izquierda Unida, que de seguir como hasta ahora, elegirán al sucesor de Cayo Lara con los votos de tan sólo 180 personas, los miembros de su Comité Político. Por su parte la que menos discute es Rosa Díez, que se elige a sí misma. Como vemos, hay varios sistemas, todos legítimos, legales y, seguramente mejorables.
Lo que nadie puede negar (ni tan siquiera los que viven en una perpetua queja pero sin hacer nada para cambiar lo que presuntamente no les gusta) es que las normas están claras y escritas. Que existen alternativas. Que militar en un partido es opcional, vocacional, tradicional o circunstancial…Como circunstancial es el hecho de que determinados miembros de los mismos destaquen en su interior como destacaría una mancha de mora en el volante de un vestido de comunión. Así he visto yo siempre a Paco Vázquez en el PSOE…Como una mora escachada encima de un mantel blanco.
El señor Vázquez ha sido afiliado, alcalde del PSOE, Diputado del PSOE, embajador ante la Santa sede nombrado por el PSOE, y otras tantas cosas que seguramente desconozco, pero en mi modesto – y legítimo entender- nunca he tenido claro que sus planteamientos fueran muy socialistas.
Tener el carnet de un partido, ser concejal o alcalde o diputado, no convierte a nadie en socialista ni en comunista, ni en trapecista. Tampoco el tenerlo desde hace 59 años o desde ayer.
Me ha tocado conocer a algún que otro alcalde , que por sus argumentos, su visión de la vida y su forma de gobernar bien pudiera estar afiliado a cualquier otro partido distinto al que supuestamente está representando.
Cualquiera está en su derecho de gritar a los cuatro vientos que es muy nacionalista, o muy de derechas o muy progresista…O muy socialista, pero no necesariamente ha de ser cierto, más allá de su propia imaginación.
De lo que no pueden escapar ninguna de las formaciones políticas (mientras se compongan de personas) es de los personalismos de aquellos que se creen imprescindibles. Eso va en la condición humana…Solemos tener un fantástico concepto de nosotros mismos, lo cual nos lleva en ocasiones a creernos en posesión de la verdad absoluta, al tiempo que celosos guardianes del tarro de las esencias.


Según afirma San Mateo -en su más conocido best seller- al final del sermón en el monte Jesucristo decía a sus discípulos : “Por sus actos los conoceréis “ . Dos mil años después, los falsos profetas abundan en España más que en Galilea (en tiempos del Mesías). Proliferan en la política, en la justicia; en las élites empresariales, en la Función Pública, en el periodismo…Vivimos en la orgía de los hipócritas. Magma de mediocres que tragan lo que sea menester, siempre que crean poder satisfacer -a cambio- unos intereses personales que poco o nada tienen que ver con la defensa de principios o ideales.
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Por todo ello soy muy partidario de soltar lastre (todo aquello que no suma y que resta o divide) para reflotar moral e intelectualmente los diferentes partidos políticos.

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