Se acuerdan de Dña. Ana. Si, Dña. Ana de Palacio. La hermana de Loyola. Esa misma, la que fuera última ministra de Asuntos Exteriores con José María Aznar en el Gobierno del Partido Popular.
Pues acuérdense de ella siempre que se acerquen a una gasolinera a repostar. Cada vez que lleno el depósito de mi furgoneta me acuerdo de ella.
Mientras pescadores, agricultores, camioneros y ciudadanos en general se alarman por la escalada del precio de los combustibles, algunos hacen un receso de su encarnizada lucha interna -por el poder-, para cargar contra el Gobierno por la subida de los combustibles. Y claro va a resultar ahora que es Zapatero el responsable de la subida del barril de petróleo.
Muy al contrario, si hacemos un higiénico ejercicio de memoria, convendría recordar que antes de comenzar la guerra de Irak el barril de petróleo Brent, se cotizaba a veinte euros. Una vez iniciada la guerra -con el apoyo de los gobiernos de EEUU, Reino Unido y de Aznar-, unas declaraciones a la prensa de la entonces ministra de exteriores de España -Ana de Palacio-, con una falta de vergüenza sonrojante, justificaba la invasión de Irak por el hecho de que el barril de petróleo había alcanzado los veintiocho dólares. Según ella, la única manera de hacer volver al petróleo bajo la barrera de los veinte dólares era entrar en aquel país. Acabar con el dictador Sadam, e imponer un sistema democrático en Irak.
Según parece, para los ilustres que se reunían a fumar puros en las Azores, con los piececitos sobre la mesa, el petróleo estaba caro y había que entrar en Irak para controlar la producción de crudo. Utilizaron al sátrapa Sadam, y como excusa pusieron el incumplimiento de los derechos humanos y la existencia de armas de destrucción masiva.
Se sabe que las armas de destrucción masiva no aparecieron nunca, y de los derechos humanos analicen ustedes mismos. Sólo aportaré un dato: cinco años después mueren violentamente en Irak una media cincuenta personas al día. ¿Mereció la pena el atropello con cientos de miles de muertos para invadir -en nombre de la democracia y la libertad- un país y controlar el precio del petróleo? Y, lo que es más grave, ¿quién se está embolsando todos esos miles de millones de euros que la invasión ha supuesto en la subida del petróleo, que ha pasado de veinte euros a ciento veintiocho el barril? Dudo mucho que sea el pueblo iraquí. Más me inclino por pensar que serán los amigos tejanos de George Bush. A esos mismos a los cuales Aznar les hablaba en 'spanglis'. ¿Qué inmoralidad más tremenda!
Hoy, el barril de Brent cotiza a ciento veintiocho dólares. Cien más que al empezar la guerra. Es decir, que Ana de Palacio acertó de pleno, al igual que el resto de ilustres en las Azores.
Gracias a su guerra inmoral han muerto cientos de miles de personas inocentes, y otros muchos millones han sufrido y sufrirán lo indecible.
Por suerte, en Occidente tan sólo tenemos que padecer -de momento- la subida del petróleo. Y, como sucede con otros políticos de la órbita Aznar «que se retiran de la política», a la señora Palacio, después del inmoral trabajo desarrollado a favor de la guerra, la ficharon para vicepresidenta del Banco Mundial y como abogada general del por el entonces presidente, Paul Wolfowitz (uno de los principales estrategas del Pentágono en el diseño de la invasión de Irak desde su anterior cargo de subsecretario de Defensa de los Estados Unidos).
Esta inteligente y visionaria mujer ha estado en su merecido puesto hasta este pasado mes de marzo.
Cuando acuda el camionero al piquete, el agricultor a la cooperativa, el arrantxale a su gabarra y el ciudadano de a pie a la gasolinera... un poquito de reflexión. A Dios lo que es de Dios, y al Cesar lo que es del Cesar.
Es en la inmoral e ilegal Guerra de Irak donde se gesta la subida del barril de petróleo que ahora estamos padeciendo. Una subida aderezada con otros componentes, que no hace otra cosa que cuestionar el actual modo de desarrollo de nuestra propia civilización occidental. Y, mientras,... Aznar se deja crecer la melena.
domingo, 15 de junio de 2008
Las Azores y el precio de la gasolina.
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Política nacional
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