La democracia interna no existe…Son los padres.
Las declaraciones de un portavoz de Alexis Tsipras (presidente de Grecia y líder de Syriza) han caído como jarro de agua helada sobre quienes creían en la inmaculada pulcritud democrática del prócer heleno.
Afirmaba este portavoz -sin rubor alguno- ante los medios de comunicación que: “hay que hacer limpieza dentro de Syriza”. Una limpieza que consiste en cortar las cabezas de todos aquellos diputados y diputadas de izquierda más críticos con el aparato…Con el que controla a Syriza.
Y en este punto es donde saltan las dudas sobre el concepto , ya que en las formaciones políticas se utiliza la palabra “aparato” a modo de insulto que arrojar al que piensa diferente, acusándolo de utilizar los resortes internos (la maquinaria del partido) e impedir la democracia en el seno de la organización.
Se suele decir que los partidos políticos son entidades imperfectas, en las que algunos ponen todo su empeño para que lo sigan siendo.
Núcleos de poder anclados en las cúpulas, que manejan los hilos y hacen fluir el tránsito de favores o agravios según haya que premiar, castigar…O decapitar.
Su principal cometido ha de ser la salvaguarda del tarro de las esencias, y del sistema decimonónico de designación digital, por el cual las decisiones se adoptan por un exclusivo y selecto grupo de “elegidos” o incluso por un solo líder, tal ha sido el caso de Tsipras .
Se trata sin duda alguna de un procedimiento viciado que busca crear redes clientelares cuyas cuerdas sean maleables y dóciles… El que discrepa está tocado y si lo hace públicamente, muerto y hundido. Un procedimiento engrasado y consolidado en los viejos partidos, pero que también aflora nítidamente en los nuevos, lo cual si cabe es más grave, ya que mientras los tradicionales no lo ocultan, estos nuevos hacen bandera de una democracia interna que se respeta siempre y cuando interese a sus líderes.
Tsipras se acaba de convertir en el alumno aventajado de las purgas estalinistas, versión griega 2.0.
En el siglo XXI las cabezas ruedan figuradamente…No se derrama sangre, pero se utilizan todas las herramientas al alcance para defenestrar al que discrepa.
Se demuestra una vez más que en la historia de la humanidad, salvo honrosas excepciones, la mayor parte de los líderes carismáticos aupados al poder por su fulgurante ímpetu revolucionario, han terminado convirtiéndose en tiranos despóticos, incapaces de negociar ni tan siquiera con quienes el día anterior eran sus compañeros de partido. Abundantes son los ejemplos de caudillos redentores venidos para salvar al pueblo de su opresión…Adalides de la democracia en un primer momento, que no tardaron en ser adoradores del legado procedimental de las purgas Stalinistas.
En Grecia, y en respuesta a la purga de Tsipras se están organizando nuevas formaciones políticas de izquierda alrededor de varios destacados disidentes internos como Yanis Varufakis o la presidenta del Parlamento griego, en lo que es la constatación explícita del desmembramiento de una formación política engordada al calor de las circunstancias. Un partido “caja de sastre” que pretendía una quimera hasta la fecha imposible…Unificar bajo un mismo paraguas a las complicadas sensibilidades que habitan ese espacio que se denomina “la izquierda divina”, sin tener que utilizar la fuerza para conseguirlo.
Syriza pasará a la historia como la formación política que centró su oferta ciudadana en unas promesas que no fue capaz de cristalizar, creando una tremenda frustración en el país y entre sus propias filas, y cuyo carismático primate decidió acabar con los disidentes cortándoles el gaznate.