lunes, 7 de septiembre de 2015

Pedrosanztitis

Desde que Cs echara a patadas de la presidencia del Gobierno de La Rioja a Pedro Sanz (por higiene dijeron) no se resigna a su papel secundario, y a cada ocasión que se le presenta hace lo posible por tutelar a José Ignacio Ceniceros ocupando su lugar. Ninguneándolo.

La sombra de Sanz es alargada (y pegajosa)…Siempre acechando sobre la cabeza de Ceniceros e intentando ejercer su patriarcado omnívoro sobre el Partido Popular de la Rioja.

El nuevo presidente anda empecinado en forjarse una leyenda, mientras sigue soportando los arrebatos nostálgicos de Sanz; una leyenda que habla de que los nuevos dirigentes del Gobierno de La Rioja (la mayor parte de los cuales nada tienen de nuevos) muestran un talante diferente con la oposición. Una conducta distinta a cuando Sanz lo presidía todo, de acto y de facto.
Es una verdad a medias, obligada por las circunstancias. Antes en el PP casi todos se mostraban a imagen y semejanza de su primate…Ahora se busca la cercanía, el compadreo y la palmada a la espalda… Aparentar ser personas normales. Ya no tienen mayoría absoluta.

Ver a J.I.Ceniceros bajarse de su coche oficial repartiendo besos y apretones de mano en las fiestas de un pueblo (sin mirar el carnet político del agraciado/a) es un “expediente X”. Sobretodo es muy extraño para quienes durante 4 años hemos sido sus parlamentarios y no nos ha dirigido ni una sola palabra allá donde nos lo hemos encontrado. Como si fuésemos un perro.
Ahora saluda cordialmente…¿Este es el cambio?. Puede que para algunos (más pendientes de las formas que de los fondos) con esto sea suficiente, pero yo preferiría que el cambio se sustentara en otras cuestiones más tangibles, como en rescindir los convenios sanitarios con empresas privadas…Por poner tan solo un ejemplo. Y si cambian las políticas conservadoras y encima lo hacen sin insultarnos...¡Cojonudo!. No es el caso.

A cada frase de cordialidad, -de aparente cortesía- entierran un poco más al muerto siempre presente… A Sanz. Pero el fiambre se revela contra su inexorable destino en el cementerio de los elefantes y levanta la cabeza para seguir pontificando, con el beneplácito y la atención de quienes durante dos décadas han sido los perceptores de una parte de nuestros impuestos, destinada a amplificar sus trasnochadas soflamas.

Igual que cuando una cistitis atora tus vías urinarias, el presidente Ceniceros padece una grave dolencia, una “Pedrosanzcitis”, que o se la solucionan inmediatamente o puede acabar hinchándole los tulipanes.

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