Pablo Iglesias es un político embebido de sí mismo, con un ego de tal magnitud que terminará por devorarlo (a él y a quien se le arrime). Se tiene en tan alta estima que tal y como ha venido sucediendo con otros líderes mundiales (que han llevado a países enteros al desastre), antepone a cualquier otra cosa su enfermiza necesidad por creerse "el centro del universo".
El pasado 20 de diciembre Pablo Iglesias fracasó en su tan cacareado asalto al cielo, y tuvo que conformarse con ser la tercera fuerza política a 54 diputados del primero.
Una vez superado el varapalo de no ver satisfecho con los votos su ego, el político recurre al ámbito en el que de momento es líder indiscutible, que no es otro que los medios de comunicación privados, algunos de los cuales lo adoran como si fuera la mismísima Virgen del Rocío, y utiliza su púlpito con la maestría de quién no pretende otra cosa que su interés particular, que no es el general.
Es por eso que Iglesias, ofrece al PSOE un pacto de Gobierno en mitad de una rueda de prensa, y no en una reunión de negociación con el propio PSOE.
Iglesias es la vedette de la nueva política y necesita su escenario. Ya de paso, desde su burdo concepto de lo que es una negociación, pretende imponer tantas (y tan peregrinas) condiciones al PSOE para conseguir que le resulte imposible aceptar, forzando de ese modo la situación. No quiere un gobierno de izquierda, lo único que pretende es fracturar a Pedro Sánchez y, esto, lo ve hasta un ciego.
Iglesias exige un gobierno con solo diez carteras que han de ser repartidas como él decida y, en el que él mismo tendría que ser vicepresidente, y colocar a otros cuatro de sus camaradas como ministros. Otra cartera tendría que ser para Garzón y las cinco restantes se las dejaría al PSOE. También exige un ministerio para la desmembración de España.
El mismo político que hace menos de un mes juraba que jamás sería el vicepresidente de Sánchez, es el que ahora reclama ese mismo puesto, consiguiendo lo impensable; que su coro de acólitos le aplaudan por su coherencia y por buscar el “interés general”.
Las exigencias de Iglesias son desleales desde su misma concepción hasta su contenido y pasando por su escenificación. Sus inapropiadas formas dejan a la vista que pactar con él un gobierno, sería tan arriesgado como casarse con un mujeriego empedernido, que promete a su futura esposa “amor eterno” y le pone los cuernos en la noche de bodas.
Pero no solo es desleal con sus “pretendidos” socios (PSOE-IU) que se enteran de su oferta por la televión, no…La mayor deslealtad es con sus propios votantes, a los cuales traslada una imagen de político que reclama un sillón para su culo y para el de sus amigos. Al final se demuestra que su más perentorio deseo no es ideológico, sino personal… Ocupar un puesto destacado.
¿Dónde quedó aquello de la nueva política, de que lo importante no son las personas y toda aquella verborrea vacía de la querencia a puestos y sillones?...
Será muy difícil llegar a acuerdos con quién no tiene la menor voluntad de respetarlos, y si algo ha demostrado Pablo Iglesias es que su infidelidad y su afán de protagonismo pueden convertir el Gobierno de España en un infierno difícilmente gobernable, cuyos mayores perjudicados iban a ser el propio Pedro Sánchez y la sociedad española.
Cualquier pequeño desencuentro que se planteara -en un supuesto gobierno con Podemos- sería escenificado por Iglesias en su favor, utilizando para ello todos los medios a su alcance y los voceros que lo elevan e idolatran. Utilizaría su posición dentro del gobierno para dinamitar a su presidente y activar los resortes necesarios para que se creara un caldo de cultivo apropiado a su interés, que no es otro que presidir el gobierno. Mucho tiene que cambiar y para ello hace falta en primer lugar que quiera hacerlo.
La táctica de Iglesias no es nueva y se deja entrever con claridad. El camino marcado consiste en presentarse a cuantas más elecciones mejor. Que se repitan a ser posible cada tres meses, y si es preciso entrar a formar parte de los gobiernos,pero no para colaborar sino para desestabilizarlos desde dentro hasta conseguir acceder al poder absoluto.Una táctica muy vieja.
Ante la situación que se plantea tras la primera ronda de consultas ante el Jefe del Estado, (en la que Mariano Rajoy se acobarda y rechaza tomar la iniciativa, y un Iglesias que realmente aspira a repetir elección tras elección), sólo cabe una respuesta por parte del PSOE y de Pedro Sánchez, y esa pasa por tramitar en los próximos días su candidatura a presidente del Gobierno de España (Ante el Jefe del Estado y ante la Mesa del Congreso de los Diputados) y someterse a investidura presentando un programa de gobierno coherente y de progreso, un programa social y de izquierda. Un programa que tendiendo la mano a las fuerzas de la cámara, pida su apoyo para cambiar España desde la unidad social y política de la izquierda. Y si se considera conveniente, necesario o interesante contar con personas de otras formaciones políticas en el Gobierno que se haga sin complejos, pero sin imposiciones, ni mucho menos cimentando un gobierno en la infidelidad manifiestamente demostrada de quienes aspiran a conformarlo.
Y si después de todo resulta que la cámara le dice a Sánchez que no a su programa de cambio político en España…Y si Podemos se niega a apoyar a un presidente Socialista de cambio por personalismos de su endiosado líder, o intereses estratégicos de su partido … No pasa nada. Ellos serán los responsables de que esta oportunidad de un gobierno de cambio a la izquierda se malogre.
Que se produzcan nuevas elecciones o que gobierne la derecha, y que quede muy clara una cosa: que todo será gracias a nuestro querido Pablo Iglesias Turrión.