Mariola Urrea (Profesora de Derecho Internacional en la Universidad de La Rioja. Comunicadora)
¿Participar en el programa radiofónico de más audiencia del País, con Pepa Bueno en la SER, es un disfrute o una responsabilidad?
Las dos cosas. Tomar parte en una mesa de debate en el Programa Hoy por Hoy que dirige Pepa Bueno es, sin duda, un ejercicio de responsabilidad. Los oyentes de la SER son oyentes muy exigentes y demandan análisis de calidad sobre los temas de actualidad. Dedico mucho tiempo a profundizar sobre los temas que son objeto de atención en nuestra tertulia, con el fin de estar en la mejor disposición para ofrecer análisis que puedan resultar de interés para quien nos escucha. Siempre he valorado la oportunidad que, hace ya diez años, me brindó Carles Francino cuando me invitó a formar parte de este Programa y le agradezco a Pepa Bueno que me haya renovado la confianza. No sólo disfruto formando parte de un equipo de magníficos profesionales, sino que me siento particularmente privilegiada porque, a través de esta mesa de debate, he tenido la oportunidad de conocer a personas fantásticas a las que considero una referencia en el panorama nacional e internacional.
Las opiniones de los contertulios en determinados medios crean tendencia y ayudan a formar opinión en quienes los escuchan. ¿Hay quien acude a una tertulia con el objetivo de influir en la opinión de la gente?
La función del analista político no es la de influir en la opinión del oyente. Al analista político únicamente le corresponde ofrecer, con el mayor rigor posible, datos, reflexiones o enfoques determinados sobre los temas seleccionados para el debate. El único objetivo que debería tener todo analista político que toma parte en una mesa de debate es el de formarse una opinión lo más sólida posible sobre cada uno de los temas que van a ser abordados con el propósito de estar en disposición de emitir análisis rigurosos y de valor. Cualquier otra pretensión resulta, a mi juicio, equivocar la función. No ignoro, con todo, que aquellos analistas políticos más reputados pueden llegar a influir en la opinión de quienes los escuchan o leen. Que esta sea una consecuencia, no quiere decir que tenga que ser el objetivo a lograr.
¿En alguna ocasión, al terminar un programa y ver la repercusión de tus palabras en las redes sociales has pensado: “cuánto mejor si no hubiera dicho eso”?
Tomar parte en el debate público requiere ser consciente de que aquello que uno expresa no siempre va a ser entendido o aceptado. El analista político no está en posesión de la verdad y, en consecuencia, debe ser capaz de incorporar la crítica con naturalidad. Una baja resiliencia hacia la crítica condicionaría cualquier análisis hasta acomodarlo a una pretendida corriente mayoritaria de opinión que lo haría, probablemente, poco valioso.
Cuando concluyo el programa, me gusta hacer un repaso de los aspectos tratados con el fin de hacer la oportuna autoevaluación. Este ejercicio me resulta particularmente útil y me permite detectar elementos a corregir, aspectos que hubieran requerido más aclaración o, incluso, un planteamiento diferente para ser mejor entendidos. Por supuesto también puede pasar, en un momento concreto, que llegues a la conclusión de que algunas de las cuestiones comentadas hubiera resultado más prudente evitar. Con todo, si esta reflexión surge en cada ocasión, es muy probable que el análisis político en un medio de comunicación no sea una actividad de la que vayas a disfrutar.
Con una experiencia tan dilatada en el ámbito universitario,¿Qué función le corresponde a la Universidad de La Rioja dentro de la región?
La Universidad de La Rioja, como institución pública de referencia en nuestra Comunidad Autónoma, es un motor de desarrollo de nuestra región. El personal docente e investigador de nuestra Universidad es plenamente consciente de la responsabilidad que asume no sólo en la importantísima función de formación de nuestros estudiantes. También en aquella otra parte de nuestro trabajo —más desconocida para la sociedad— que tiene que ver con la investigación, con la generación de conocimiento en el campo en cada una de las ramas del conocimiento. Un conocimiento que, además de su dimensión teórica, ha sido generado para su posterior utilización por los sectores productivos (industria, servicios, administración...). De ahí la importancia de seguir trabajando para fortalecer la relación entre la Universidad, el tejido productivo de la región y, por supuesto, la administración autonómica y local.
No quiero dejar de mencionar la importante función que la Universidad de La Rioja puede y debe hacer como espacio de reflexión y lugar de aprendizaje continuo para toda la sociedad sin importar la edad, ni cualquier otra condición. La Universidad de La Rioja es un lugar de bienvenida y acogida para toda la sociedad. La única condición que la Universidad exige a todo aquel que se aproxime a ella es el disponer de curiosidad y ganas de aprender sin juicios previos.
Tengo la impresión de que las universidades en España son estructuras todavía impermeables a la igualdad en lo que respecta a docentes y puestos de dirección. ¿Es así?
La Universidad española, me refiero exclusivamente a la universidad pública, selecciona a sus profesores (con perfil docente e investigador) a través de concursos públicos donde se premia el mérito y la capacidad. En el claustro de doctores y en los cuerpos de Profesores Titulares el número de mujeres no es muy diferente al de los hombres. Todavía hay una brecha que superar, sin embargo, en el cuerpo de Catedráticos de Universidad. No pasa desapercibido para nadie que la maternidad puede suponer, en ocasiones, un freno en el desarrollo de las carreras profesionales de las mujeres en la Universidad. Existen estudios muy interesantes que se interesan por abordar la igualdad material en la función pública a partir de fórmulas más imaginativas que las que se han utilizado hasta ahora en el ámbito del acceso y la promoción. En este sentido, el mensaje para quienes disponen de la capacidad para cambiar estos modelos debería ser muy claro: exploren las vías que existen y no duden en incorporarlas también en el sistema universitario.
En lo que respecta a los puestos de dirección, merece la pena señalar cómo la presencia de mujeres es muy significativa en la Universidad, particularmente en puestos de responsabilidad media. La conclusión no es tan positiva si nos referimos a los Decanatos de las Facultades de España y resulta muy negativa en lo que se refiere al número de rectoras, tanto en el ámbito de las universidades públicas, como en el de las privadas. También ocurre algo parecido en el ámbito político entre los responsables de educación autonómicos y nacionales.
Como ciudadana de esta comunidad autónoma, ¿Qué necesita La Rioja para sobrevivir y destacar en la España del Siglo XXI?
La fuerza con más capacidad de transformación es la que proyecta una ciudadanía responsable, crítica, audaz, exigente y fuertemente comprometida con los asuntos públicos.
¿Has sentido alguna vez la necesidad (o te ha venido a visitar la tentación) de entrar en política representativa?
Mi carrera profesional ha estado siempre vinculada al servicio público. Nunca he declinado la asunción de responsabilidades en el ámbito de la política universitaria. Como profesora e investigadora en la Universidad de La Rioja he tenido la oportunidad de asumir, en distintos momentos, responsabilidades de gestión. Fui Decana de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales por elección (2009-2011) y, más recientemente, fui Secretaria General y responsable de Relaciones Institucionales e Internacionales de la Universidad de La Rioja (2012-2016). En todos los casos la experiencia fue muy enriquecedora.
En la actualidad, mi compromiso con los asuntos públicos se expresa en mi condición de colaboradora habitual en medios de comunicación nacionales (SER y El País), sin dejar de atender aquellas invitaciones que proceden de medios regionales.
El papel de los medios de comunicación en una democracia es fundamental, pero cuando se someten al poder político de turno pueden convertirse en el peor enemigo de la misma. ¿Cómo se vivió aquel episodio en el que durante meses se hablaba en todas partes del chalé ilegal del Presidente de La Rioja, y ni media palabra se decía ni se escribía en los medios de comunicación regionales?
Uno de los indicadores que permiten valorar la calidad de un sistema democrático es el relativo a sus medios de comunicación. Resulta imprescindible contar con medios de comunicación plurales, rigurosos y capaces de mantener su independencia de cualquier tipo de poder: el político o el económico.
Afortunadamente, en la actualidad no hay ningún medio de comunicación que acumule tanta influencia como para poder provocar, con su silencio sobre algunas cuestiones de interés y relevancia, un «apagón informativo» que coloque a la población en una especia de «ignorancia colectiva». No recuerdo el tratamiento que la prensa regional otorgó al caso en cuestión, pero sí recuerdo que esa noticia fue objeto de atención significativa por parte de la Cadena SER, en su edición nacional. Si la prensa regional evitó dar cobertura a una cuestión que afectaba a una autoridad de la región tendrán que ser los ciudadanos quienes juzguen esa práctica y, a partir de las conclusiones que extraigan, puedan tomar decisiones.
Hoy en día repasar las portadas de los diferentes medios con el café, es constatar interpretaciones antagónicas sobre un mismo hecho objetivo. Cada cual interpreta según su inclinación ideológica, lo que eufemísticamente se llama “Línea editorial”. ¿Cómo puede alguien informarse de la realidad sin que lo intenten manipular? ¿Existe alguna manera o es misión imposible?
Los ciudadanos debemos ser exigentes con la información y la opinión que consumimos. De igual manera que mantenemos ciertas prevenciones sobre aquellos productos que nos permiten alimentarnos o curar nuestra salud, también deberíamos ser particularmente diligentes con la calidad de aquellos productos informativos o editoriales que contribuyen a conforman nuestra información y opinión sobre los asuntos públicos. Más allá de la formación técnica que cada uno de nosotros maneje sobre determinados temas, cuando nos acercamos a las distintas fuentes de información y opinión deberíamos responsabilizarnos y exigir, al menos, que fuera veraces, en el tratamiento de la información; y plurales, en lo que se refiere a la opinión. Fiabilidad y pluralidad son criterios que, en todo caso, deberían guiar nuestro consumo diario de información y opinión.
¿Qué papel puede jugar un blog de opinión como éste, (si es que puede jugar alguno) en un mundo tan saturado de información como el que nos toca vivir?
Mantener un canal de comunicación abierto sobre asuntos de actualidad resulta muy meritorio. No es fácil generar interés y atención. En cualquier caso, asumir la responsabilidad de esta iniciativa exige hacerlo desde la humildad, con honestidad, rigor y seriedad.