Encaramos la recta final de la campaña electoral y todavía no han quedado claras las propuestas nucleares de los partidos conservadores, liberales o directamente ultraconservadores.
Seguimos sin saber qué es lo que proponen para solucionar los verdaderos problemas de España. Por el contrario, han dejado suficientemente definido que para las tres derechas la mayor urgencia nacional reside en ver quién tiene la bandera más grande.
La “España de los Balcones” es el patético modelo para el Siglo XXI que proponen.
El españolismo rancio y trasnochado, -con aromas a tortilla de patata- se nos presenta como la receta mágica para solucionarlo todo. Como si por echar un ¡Viva España!, o prolongar cinco minutos un brindis, las listas de espera en la sanidad pública fueran a disminuir…Como si por cantar “el novio de la muerte” las pensiones quedasen garantizadas de por vida…Como si por colocar “espantajos” al frente de determinadas provincias los votos más ultras que emigraron fueran a regresar al redil.
Ciudadanos y Partido Popular han entrado a fondo en el esperpéntico juego de la ignota ultraderecha, sin tener en cuenta que tienen todas las papeletas para perder.
En la competición por ver quién dice la mayor barbaridad, Albert Rivera se queda -una vez más- desnudo y deslavazado, y el propio Partido Popular renuncia a lo único que le diferenciaba de la ultraderecha. La moderación y el sentido común.
No es de extrañar que en esta alocada escalada, la derecha recurra a la estrategia que le es más propia, que no es otra que la de buscar, -inventar o resucitar- a un enemigo al que hacer “común”. Un chivo expiatorio que utilizar como aglutinante de su disperso rebaño. Ya sea la inmigración, Cataluña, La Sexta o el Estado de las autonomías. Y qué mejor espantajo que el "terrorismo etarra" aunque esté muerto y enterrado.
Y como ETA fue derrotada por el Estado, (con un presidente Socialista en la Moncloa y otro en Ajuria Enea) en la derecha reaccionaria se han empeñado en mantener vivo su recuerdo. En que se vuelva a hablar en las noticias de ETA, de los "proetarras" (o de sus nostálgicos), de Herri Batasuna, de la Kale BorroKa, de Bildu y de Otegui… De la marginalidad.
Incluso han conseguido que se vuelva a mentar al desaparecido “Terra Lliure”, que llevaban treinta años en el más absoluto olvido…Una estrategia vergonzante pero cierta, estudiada y continuada. Porque en la derecha española, y muy especialmente en el Partido Popular, nunca se han tenido escrúpulos (mucho menos cuando no gobiernan) para utilizar de forma partidista el drama del terrorismo y a sus víctimas, hasta el punto de centrar buena parte de su campaña a las generales de 2019 en hablar de un problema que felizmente solucionamos hace muchos años, con el trabajo y el compromiso de todos.
Y como no tienen argumentos políticos de peso que contraponer ante el gobierno de Pedro Sánchez se los inventan. Y si es necesario se recorren el Goierri entero buscando la confrontación y provocando la chispa suficiente para encontrar rechazo y confrontación social. Incidentes que luego magnificarán y utilizarán a su favor para victimizarse.
Parece que echan de menos los oscuros tiempos de ETA, de la división y el desastre social. Parece que añoran la confrontación y repudian el diálogo. Que no pueden vivir sin un enemigo al que agitar a modo de espantajo, para hacerse ver como “salvapatrias” ante la ciudadanía.
Y si en un mitin, o en un acto de partido, o en una entrevista se les ocurre hacer una propuesta concreta, que vaya más allá de banderas y vivas a España, se destapa la caja de los truenos, porque esta derecha que nos toca sufrir tiene muy claras sus preferencias y para quién trabaja. Así quedó meridianamente claro en la promesa que Pablo Casado hizo la semana pasada de bajar el Salario Mínimo Interprofesional, hasta los 850 euros en 2020. Un SMI, no olvidemos, que el gobierno de Sánchez subió hasta los 900 euros en lo que representa la mayor subida de la historia, y que busca dignificar a los trabajadores más desfavorecidos de este país…A esos mismos a los que el Partido Popular les quiere bajar el sueldo si consigue gobernar.
Esperemos que no lo consiga. Porque todos los avances sociales que el PSOE ha consolidado en tan sólo unos meses (y los de gobiernos anteriores) corren peligro si el Sr. Pablo Casado -y su cohorte de validos- accede al poder político de este país.