domingo, 10 de mayo de 2020

La derecha bineuronal

En el confinamiento provocado por la pandemia están brotando las cualidades ocultas de la derecha bineuronal española. Algo verdaderamente asombroso, pues nunca imaginé que dos neuronas, flotando dentro de un cerebro, pudieran ofrecer semejante rendimiento.

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Incluso un amigo lejano, con alergia a la literatura (diagnosticado desde muy chico) , me ha enviado esta mañana por Whatsapp una supuesta poesía de José de Espronceda que hablaba sobre traiciones a España. Me he quedado ojiplático al abrirla. Tanta cultura de repente...

 Pero claro, como suele suceder con estos linces, nada de lo que envían es cierto. Resulta que el arranque de la poesía era en verdad  de Bernardo López García, escrita contra la ocupación napoleónica de nuestro país a principios del XIX…Ahora rescatada para lanzarla contra el gobierno de Sánchez. En tiempos de epidemia cualquier piedra es buena.

También han rescatado del baúl de los recuerdos un vídeo-montaje de la canción que Barón Rojo compuso en los 80 contra el capitalismo (Resistiré) y que ahora nos vuelve tuneada contra la izquierda.
Me lo envió ayer y se quedó tan ancho. La causa de la anchura es el desconocimiento.
No tiene (no tienen) ni puñetera idea de nada. No acertarían dos preguntas seguidas en el rosco de “pasapalabra”. Es el prototipo de “ultra de Españistán” que no se compra ropa en el Corte Inglés porque piensa que es una  “empresa extranjera”. Un auténtico mono intelectual, que no sabe hacer otra cosa que ponerse banderas como avatar y gritar ¡Viva España!, y que de pronto… Va y te regala una poesía decimonónica plagiada, o una canción antifascista transmutada. No me negarán que es enternecedor.

Hablando de primates (una de mis pasiones zoológicas),  siempre he sentido especial compasión por Santiago Abascal.  Empatía se llama ahora. Soy consciente de las desagradables circunstancias que tuvo que soportar en su juventud, rodeado del mundo fascista de Herri Batasuna. Perseguido, señalado, acosado y amenazado de muerte. Una situación que tiene que traumatizar a cualquiera, y que evidentemente lo ha condicionado de por vida. De ahí nace mi empatía.
Lo que no se le puede negar a Santiago es la habilidad que ha demostrado para conseguir aglutinar a su alrededor un ejército de homínidos, que son capaces de dar muestras a cada paso de una precariedad ideológica desconocida en España desde el hundimiento del franquismo.
El suyo es sin lugar a dudas el movimiento ultraderechista con menor carga ideológica de todo el continente. A años luz de las estructuras argumentales del movimiento ultra europeo de finales de los años 20 del siglo pasado.
Si comparamos las urdimbres ideológicas de los mismos  (Nacionalsocialismo alemán, el fascismo Italiano o el Nacionalsindicalismo de José Antonio Primo de Rivera) con el españolismo de pandereta y castañuelas actual, la comparativa resulta grotesca.

Olona, Monasterio, Espinosa de Los Monteros u Ortega Smith son la demostración empírica de las taras que asolan a la humanidad, al mismo tiempo que certifican la extraordinaria capacidad creativa que tenemos los primates.

Con  una bandera de España en la mano, un poquito de xenofobia, dos toneladas de mentiras,  unos kilos de populismo y poco más, han sido capaces de hacer navegar a una formación política cuyos principios y postulados caben en el envés de un sello de correos…Y sobra espacio.

Han convertido la escasez ideológica en abundancia electoral. La indigencia intelectual en bacanal de adláteres. Han triunfado como solo triunfan los más grandes del marketing comercial; vendiendo un producto barato, simple y sin costes de producción…El odio que nace de la incultura es su producto.
Lo peor de todo es que están sirviendo como faro y ejemplo para  muchos que nunca se habían parado a pensar en que también ellos podrían ser propagadores de “la obra”, y que ahora ven el ejemplo en otros a los que emular. La proverbial predisposición del ser humano a la manipulación.

Una turba de primates hominoideos con acta de diputado (medio centenar) que vive instalada en la hipérbole perenne del Congreso de los Diputados -y en las redes sociales-, que con sus inagotables excesos verbales y sus constantes sobreactuaciones han conseguido el hastío de los medios y de la mayor parte de la sociedad, que ya los va viendo como lo que realmente son; un grupo de bufones en constante competición por ver quién es capaz de decir la estupidez más gorda.

La derecha española -en otros tiempos unida a sangre y fuego-  ahora se muestra despedazada en tres porciones. Sus votantes han de elegir entre los ultras buineuronales, los liberales moderados  y la hipocresía más burda que cada día nos regalan  determinados dirigentes del Partido Popular.

Si patética fue la imagen de Pablo Casado embelesado frente a sí mismo en un espejo, con gesto compungido,  la portada de el Diario El Mundo de hoy - con la virgen de Ayuso- es amoral  en el sentido ético del término.


Da la sensación de que algunos líderes del PP (no todos afortunadamente) andan más preocupados en las ciencias escénicas y el postureo que en solucionar los problemas. Son  hipocresía en estado puro.
Mejor harían abandonando las clases de teatro y dedicándose a gestionar decentemente esta situación de grave epidemia para España, cada cual según sus competencias, porque con estos  comportamientos  deslegitiman el trabajo de los demás y dejan en evidencia su naturaleza farisaica.