En mayo de 1995 -a escasos días de las elecciones municipales -, el entonces líder de la oposición en el Ayuntamiento de Calahorra, Francisco Javier Pagola, aspiraba derrotar a María Antonia San Felipe y convertirse en alcalde. Para ello había iniciado una ronda de contactos con todos los colectivos sociales de la ciudad para ver sus propuestas y prometer acciones. Uno de los citados era el colectivo ecologista FRECA que yo dirigía.
A la
reunión concertada en el Parador, no asistió finalmente Javier Pagola, sino un
joven Luis Martínez Portillo, al que no había visto en mi vida, y que con mucho
interés iba apuntando en una libreta todo lo que le comentaba que entendía
positivo para nuestra ciudad en materia de conservación de la naturaleza.
Poco me imaginaba, que aquel chico tan atento, que a todo me decía que sí, sería 12 años más tarde mi más recurrente adversario en los plenos municipales en materia urbanística, y que cuatro años después también lo sería en los plenos del Parlamento de La Rioja.
Creo
que puedo afirmar conocer a Luis Martínez Portillo a la perfección, en su
vertiente política. Nos hemos enfrentado en multitud de ocasiones en debates
municipales, parlamentarios, comisiones, medios de comunicación…En todo tipo de
formatos.
Sus armas siempre fueron la facilidad para la oratoria, su flema británica (mientras no le tocarás la fibra), su extraordinaria capacidad para darle la vuelta como a un calcetín a un argumento y devolvértelo directo a la cara, el uso de la condescendencia en el ataque dialéctico y la claridad visionaría que siempre tuvo para identificar aquellos temas susceptibles de ser sometidos a la demagogia, dicho sea, en el buen sentido de la “habilidad”. Pero si algo tendría que destacar por encima de cualquier cosa eso es sin duda su “saber estar”.
Portillo siempre ha sabido dónde estaba y qué papel le tocaba representar en cada momento. Una cualidad no solo positiva, sino imprescindible para la política. Con Luis podías debatir agriamente en un pleno, tener una conversación telefónica subida de tono (en decibelios), o dedicarle una crítica contundente desde este blog, que él siempre terminaba aceptando su papel expuesto a la crítica como servidor público, y entendiendo la posición de la otra parte pese a que no la compartiera en absoluto ni la fuera a compartir jamás. Eso es algo que se llama “aceptar la realidad”, asumir la exposición a la crítica del puesto, tener capacidad de encaje y saber dónde estás. Algo que no todos son capaces de hacer, y una característica que marca la línea entre los políticos de raza y aquellos que solamente son mercenarios coléricos y resentidos, sin capacidades ni para la política ni para el servicio público.
Tampoco ha sido Portillo uno de esos advenedizos interesados, sin oficio, trayectoria previa ni beneficio, que nunca han mostrado interés por el servicio público ni por nada, y que de pronto desembarcan en un partido agarrándose con uñas y dientes al cargo para vivir de él.
Durante sus 27 años de vida activa en la política únicamente estuvo liberado lo imprescindible y obligatorio (sus cinco en la alcaldía). Él siempre tuvo claro que su profesión de abogado era lo primero y buscó los caminos necesarios para no desligarse de la misma.
En enero de 2014; siendo vicepresidente primero del Parlamento de La Rioja y concejal de urbanismo, fue designado a dedo (como es costumbre en el PP de Calahorra) sucesor de Pagola en la alcaldía, heredando una mayoría absoluta de 12 concejales que hoy, también a dedo deja en herencia a Arceiz, pero reducida a la mitad.
Evidentemente
esta merma, -que le hizo perder en 2015 la mayoría absoluta y la alcaldía en
2019 frente al partido socialista-, contará para siempre en su historial como
un “debe”, y es la causa última de que alguien con tal pasión hacia la
política, (un animal político) decida al final de una dilatada carrera dar un
paso atrás y un relevo que era ineludible tras perder la alcaldía.
Pero
hay dos cuestiones fundamentales que deja pendientes tras su marcha; por un lado,
la renovación real del grupo municipal, eliminando todo lo que recuerde al nefasto
pasado, y por el otro la reconciliación de su partido a nivel local, que deja
más dividido que nunca tras este último “dedazo”.
Con sus luces y sus sombras Luis Martínez Portillo se coloca como el político de derechas que mayor impronta deja en la historia democrática del Ayuntamiento de Calahorra, (al nivel del propio Javier Pagola), un político de raza, vehemente en sus discursos, inaccesible a la autocrítica, casi siempre elegante en la batalla y correcto fuera de ella.
EL
RELEVO
El pasado viernes nos almorzábamos con la noticia de que Portillo dejaba su acta de concejal, algo que debiera haber hecho ya en junio de 2019, y que se fue dilatando ante la debilidad de los integrantes de su propio grupo municipal para acometer con garantías el papel de liderar la oposición, y en la intención de superar la situación de ruptura absoluta que el Partido Popular de Calahorra viene arrastrando desde hace más de un lustro.
El dedazo, con el que Portillo se despide de la política, dejando como heredera, -sin votación ni primarias-, a Mónica Arceiz, acentúa las críticas dentro del propio Partido Popular de Calahorra, de aquellos que cándidamente tenían la esperanza de que se abriera un proceso de participación a la militancia para elegir al nuevo candidato, o candidata para las elecciones en mayo del 2023.
Sin embargo, la decisión ha sido hurtar a esa misma militancia -y a la propia dirección orgánica del partido- la capacidad de elegir a la persona que tendría que estrellarse contra la realidad el próximo mayo. Ya la ha elegido Portillo a dedo. Arceiz es y representa el pasado más absoluto.
Este fin de semana ha corrido como la pólvora por el WhatsApp, el descontento de muchos de esos militantes, algunos de ellos significadas y destacadas voces del partido, “históric@s” que llevaban tiempo divagando sobre la posibilidad de presentar una alternativa con más posibilidades electorales, frente a Portillo y sus herederos.
Por otra parte, los evidentes movimientos de los últimos meses para hacerse con esa designación, dentro del grupo municipal del PP han sido notorios por algunos de los aspirantes.
Y en esta pugna, parece que se repite a modo de reflejo con lo que sucede a nivel regional, dentro del propio grupo municipal del Partido Popular, pues había dos candidatos claros; una posiblemente afecta a la candidatura de Alberto Bretón, y el otro sin ninguna duda afectó a la candidatura de Alfonso Domínguez, que se queda ahora con un palmo de narices. También existía una tercera vía con muchas más posibilidades de éxito y muchísimo mejor cartel electoral que las otras dos…Por supuesto. Pero esa ni la contemplaron.
Creo que Portillo se ha equivocado de plano al designar a dedo a alguien con una trayectoria política amortizada, y con el tremendo lastre de que -junto a otros miembros de su propio grupo municipal- son conocidos y reconocidos como los máximos responsables del descalabro electoral que llevó al PP de la mayoría absoluta a la insignificancia en solo 5 años. No se puede colocar al frente de un nuevo proyecto a los responsables del fracaso del anterior.
¿Con qué garantías puedes presentar una alternativa solvente frente a quien está realmente solucionando de forma incontestable los desaguisados generados por quién pretendes que encabece dicha alternativa? Es un error de libro.
Lo que debería haber hecho Luis Martínez Portillo es marcharse arrastrando consigo a aquellos de sus compañeros, desgastados y amortizados por años de gobierno y sus escasos resultados en la gestión, Que han acuñado una forma tan colérica como histriónica de hacer política, produciendo estupor y rechazo en un amplio sector de la ciudadanía.
Con este dedazo lejos de solucionarse la crisis del PP de Calahorra, se acentúa, ya que, pese a los falsos mensajes enlatados de felicitación, la verdad es que las espadas siguen en todo lo alto, y diferentes miembros significativos de la militancia popular en Calahorra no esconden su decepción y su enfado porque no se ha contado con la militancia para esta decisión tan trascendental.
Porque
lo que ahora se está jugando el Partido Popular de Calahorra no es la alcaldía,
-que esa no la van a alcanzar de ninguna manera en 2023- …Lo que verdaderamente
está en juego es la regeneración del proyecto PP a medio plazo. Una
regeneración que en ningún caso se puede dar si quiénes la pretenden encabezar
están manchados ya por la derrota electoral del 2019 que fue la consecuencia
evidente de su nefasta gestión durante años.
No
olvidemos que fue una pésima gestión que sumió a Calahorra en un estado de
deterioro, y de insignificancia en su entorno, que gracias a dios (y sobre todo
al PSOE de Calahorra) se está revertiendo y superando en tan solo tres años. Y
esto es algo que cualquiera lo ve y te lo reconoce.
Dice un refrán muy español, que cuando tu enemigo se equivoca es mejor no distraerle. ¡Adelante Mónica Arceiz!.
El 29 de mayo hablamos ya con los datos en la mano. De momento me quedo con las palabras de la propia candidata que tras ser designada afirmó: “me conformo con hacerlo la mitad de bien que Luis Martínez-Portillo” …Es decir que se conforma con sacar tres concejales.
Que así sea, en beneficio del futuro
de Calahorra.
Que buen artículo, esto no se lee en los periodicos, porque no escribes mas amenudo Jesius??
ResponderEliminar¿Pero cuantos años lleva esta señora en política? si ya salía en fotos con aquel alcalde pagola
ResponderEliminarJesús te invito a escribir algo sobre las enseñanzas de Andalucia trasponerlas a Calahorra.
ResponderEliminarSi seguimos al pie de la letra la interpretación que hacen algunos en el pp sobre los resultados de Andalucía y el papel moderado, conciliador, educado y humilde de Moreno Bonilla en la reconquista de votos, eso trasladado a Calahorra nos dice que el SR Oscar Eguizabal sería el candidato ideal ya que tiene fama de faltón, despota, insultón, descortes, ufano y creido jajaja y l¿a Mónica Arceiz cómo es? ¿Es humilde, educada, integradora y trasversal? jajajaja Menudo circo que tienen aqui los del PP.
Escribe algo sobre eso Jesus
Felicidades por lo que os toca
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