El gobierno fundamentalista del Partido Popular, pretende imponer las creencias religiosas de sus líderes más radicales sobre el derecho de las mujeres a decidir sobre su propia vida. Lo mismo da si estas profesan voluntariamente la religión o no.
No es un problema menor el que están gestando en torno al aborto y su regulación. Lo que la sociedad en su conjunto se juega es bastante más de lo que parece a simple vista.
No puede la ciudadanía escudarse en la indiferencia o en la contemplación, cuando un gobierno de derecha extrema pretende obligar a los ciudadanos a regular su privacidad con argumentos que única y exclusivamente nacen de la particular y sectaria interpretación de unos preceptos religiosos, -que más que corresponderse con la fe cristiana- lo hacen con los desvaríos impositivos de fundamentalistas religiosos perfectamente imbricados en los altos estamentos del Partido Popular.
No podemos permitir los ciudadanos, que desde un Estado laico, democrático y aconfesional, se impongan postulados religiosos -y misóginos- contra el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo y su futuro.
No podemos consentir que lo que la ciencia afirma, los tribunales reconocen -y la inmensa mayoría de la sociedad ha asumido con total normalidad-, sea puesto en cuestión y modificado por la acción de un grupúsculo alentado por el fundamentalismo católico que ostenta el poder político en el momento actual.
En la última encuesta del CIS, el aborto como tal no figuraba (ni entre los 35 primeros puestos) como problema o preocupación para la ciudadanía española.
Tampoco los cristianos podemos tolerar que una libre interpretación política e interesada de los dogmas de la fe – como sucede con buena parte de ellos - de pie a justificar ingerencias en el devenir social, legal y político de toda la sociedad, intentando imponer una ley religiosa, que es voluntaria y ha de quedar en el ámbito familiar y privado…En ningún caso imponerla a quienes no les interesa nuestra religión cristiana.
Los que en algún momento hemos decidido formar una familia con hijos/as, - incluso numerosa- lo hemos hecho por convicción personal y nadie puede inmiscuirse en una decisión similar -ni para alentarla ni para reprocharla-.
Cada ser humano es muy dueño de hacer con su vida lo que considere y un embrión recién gestado no es todavía un ser humano, así lo dijo el Tribunal Constitucional, aunque no opine lo mismo el Cardenal Rouco Varela…
El ejemplo más clarificador de la deriva fundamentalista y esquizofrénica del Gobierno del PP lo encarna a la perfección el Ministro de Justicia – Sr. Gallardón-, promotor de que incluso el tercer supuesto despenalizador del aborto (que permite actualmente la interrupción del embarazo en las 22 primeras semanas en caso de que se presuma que el feto habrá de nacer con graves taras físicas o psíquicas), desaparezca, con lo que una madre que conozca que su embarazo puede fructificar con malformaciones psíquicas o físicas importantes, no podrá decidir su interrupción voluntaria y tendrá que seguir adelante para capricho del Partido Popular y disfrute de sus talibanes. Arrastrará toda su vida un sufrimiento personal y contemplará el de su descendiente, todo ello para dar satisfacción a quien en ningún momento va a responsabilizarse ni colaborar con quién lo sufra.
viernes, 10 de mayo de 2013
Fundamentalismo y aborto.
Labels:
Política nacional
,
Reflexiones
,
Sociedad
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
No hay comentarios :
Publicar un comentario