Se va, pero con una década de retraso.

A los anales de la historia de una ciudad bimilenaria se puede pasar de muchas maneras.
Han pasado los buenos alcaldes, como Arpón, Sáenz Enciso o San Felipe, aunque también los asesinos como Frontera de Haro…Incluso los pésimos pasan a la historia, mayormente si se han tirado veintitrés años sentados en el asiento de edil (diecinueve como alcalde). Este último ha sido el Caso de Javier Pagola.
Llegó a la alcaldía de Calahorra en mayo de 1995 sin otro mérito en su haber que esperar sentado en la puerta, a ver pasar el cadáver de su adversario. En aquellos momentos la ciudad era conocida en toda España y lideraba una comarca; tenía un prestigio ganado a pulso durante décadas.

Tras cuarenta años de dictadura fascista, Calahorra había conseguido salir del ostracismo por el empuje de sus ciudadanos y bajo el liderazgo de Ernesto Sáenz Enciso y María Antonia San Felipe; los primeros alcaldes democráticos.
Pagola se encontró una ciudad con todas las calles del ensanche ya asfaltadas, con todos los colegios que existen en la actualidad ya construidos.
Con los colectores de saneamiento terminados, el pantano de la Estanca y el nuevo depósito del agua en funcionamiento.
El propio Casco Antiguo se le entregó con las urbanizaciones ya terminadas de las calles Cavas, Grande, Mártires, Doctor Fleming, Mencablilla, Concepción, Chavarría, Las Bolas, Cuesta del Postigo,Tenerías, Rasillo de San Francisco Ángel Oliván, Santiago, Mayor, Plaza del Planillo, Verdura, de Rafael Amatriain, del Raso…Casa de Dean Palacios…Suma y sigue.
Para cuando Pagola tomó el poder, todas las zonas industriales que actualmente funcionan en Calahorra ya estaban habilitadas, incluido el Polígono de Tejerías.
El Parque del Cidacos ya estaba construido, incluso la Avenida de Valvanera. Las piscinas municipales de verano y la de invierno… El Centro de Especialidades (primer edificio del actual Hospital Fundación Calahorra) estaba ya terminado; la ampliación del Parque de la Era Alta proyectada.
Se habían construido las pistas de atletismo, remodelado el Complejo Polideportivo Municipal de “La Planilla”, levantado los pabellones deportivos de los colegios públicos Aurelio Prudencio y del Quintiliano. Instalado en Calahorra el Conservatorio Elemental de Música, la Escuela Oficial de Idiomas, los dos institutos. Construido el nuevo Centro de Salud, el nuevo Parque Comarcal de Bomberos, la Biblioteca Municipal y el desaparecido Museo Municipal.
Se había rehabilitado la Plaza de Abastos, remodelado la estación de autobuses, creado la Casa de la Juventud, el archivo municipal y el Centro Municipal de Asistencia. Estaba ya creada la Oficina de Información al Consumidor, dos guarderías públicas, la Escuela Taller, las Olimpiadas Escolares, el programa de Ayuda a domicilio, Plan Municipal contra las Drogas… Discotecas, circuitos de ocio y entretenimiento, la “Ronda”… Con verdadera vida cultural y asociativa…Y mil cosas igualmente fundamentales, algunas de las que a día de hoy han incluso desaparecido, pero… No quiero aburrir a nadie.

Se encontró Pagola una ciudad recién hecha, reestructurada y en marcha. Tras diecinueve años de mandato deja otra ciudad muy diferente, que no voy a entrar a calificar. Todos tenemos ojos en la cara.

Es el momento de preguntarse cual es el legado que después de dos décadas deja este alcalde para su ciudad. ¿Qué ha hecho Pagola en diecinueve eternos años?...

Abandona la alcaldía por la puerta de atrás, de forma cobarde, al estilo de las ratas que barruntan el naufragio de su barco. Alega cuestiones personales y que es “lo mejor para Calahorra”…No puedo estar más de acuerdo, el gran problema ha sido él y sus políticas… El drama para esta ciudad es que su renuncia llega demasiado tarde. Hace diez años que tenía que haberse marchado y no esperar a hundirnos en el pozo en el que nos ha dejado.
Su presunto ataque de “responsabilidad” acaba en la alcaldía, pero no le alcanza para el Senado, pues anuncia que seguirá arrascándose la barriga – como hasta ahora lleva 10 años haciendo- en la cámara alta, donde ha sido uno de los senadores que menos trabajo han desarrollado. Cobrando un sueldo respetable por no hacer nada.

Pero para analizar esta huída no conviene olvidar los episodios vividos en este último año recién terminado, donde el PSOE destapó sus cobros por partida doble de sueldos estratosféricos y los pagos ilegales recibidos, que se vio obligado a devolver a las arcas municipales…La ocultación de bienes en sus declaraciones de patrimonio ante el Senado, etc, etc. Su comportamiento, revelado a los ciudadanos ha influido en esta espantada. Sus gastos en comilonas, mariscadas e invites a cargo del presupuesto municipal….

Se marcha, pero como herencia nos deja a su fiel escudero, Luis Martínez Portillo; “Ana Botella” a la calagurritana; igual que ella será alcalde sin presentarse a las elecciones.
Es uno de los alumnos aventajados de la escuela del PP. Maneja como nadie la hipocresía, el despotismo y un refinado desprecio hacia las instituciones democráticas -y su normal funcionamiento-, como demuestra cada vez que tiene ocasión. La historia de su vida ha sido esperar sentado, y sentado ha esperado a que le cayera la alcaldía sin presentarse a unas elecciones.
Portillo ya anunció en junio de 2007 que abandonaría la política (así lo recogía Diario La Rioja)

, pero como ya demostré en su día (con este libro) si Javier Pagola ha sido un enfermizo contador de embustes , su escudero le enmienda la plana de largo.

La realidad es que Portillo no goza del carisma de su antecesor, muy al contrario sobre él pesa un cierto desafecto ciudadano, -solamente superado por otro de sus concejales populares-, por lo que he de reconocer que si de mi voluntad dependiera elegir al sucesor de Pagola, elegiría a Martínez Portillo sin dudarlo ni un segundo.

Para intentar romper la mayoría absoluta del Partido Popular y sacar a Calahorra de este pozo...Cuanto peor considerado esté su candidato, tanto mejor.