sábado, 20 de diciembre de 2014
Ascensión.
Cada vez que piense en ti recordaré los paisajes de Abelló. Cuando la vida me coloque ante una de sus obras, te tendré delante. Pensaré en tu sonrisa y vendrán a mi memoria las montañas de ancho trazo. Los prados rasgados. Veré tus ojos en sus gruesas pinceladas cargadas de óleo y vida. Percibiré tu espíritu en la inmensidad de su arte.
Te sentiré como la última vez, junto a un parque de Mollet, a través de tres ventanas cuadradas…Yerma y sin aliento. Tres ventanales cuajados de verdes cipreses y plataneros casi desnudos…Con las hojas cayendo. Sembrando de ocres la hierba.
Te hallaré entre las ramas secas de los olmos, que descortezadas asoman sobre las copas de los pinos y, en aquella sala, un ramo de flores frescas descansará sobre tu cuerpo abandonado.
Mañana, cuando con la entrada del invierno ya no quede una sola hoja en los plataneros...Cuando los estorninos vengan a pasar la noche en sus ramas, sentiremos tristeza y frío; la extraña soledad de quién por única opción tiene dolor para compartir. Sin derrumbes.
Estaremos esperando a que la primavera de nuevo renazca, para llevarse lo malo y dejarnos lo mejor…Tu recuerdo.
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Lo importante y lo verdaderamente que nos llena a las personas es la huella que dejamos, el vacìo que nos queda y el recuerdo que tenemos de ellos cuando nos abandonan físicamente. Porque hay personas que pasan por tu vida sin darte cuenta, sin hacer ruido. En cambio otras te hacen ver que la vida es más bonita si miras hacia dentro y sacas lo mejor de ti.Así era ella.No la olvidaré.
ResponderEliminarQué bonito relato, me he emocinado y sorprendido.
ResponderEliminarMuy bonito! Me ha encantado el texto que le has dedicado a mi yaya!
ResponderEliminarSaludos!
Me alegro mucho. Un abrazo para ti y tu familia.
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