Hace ya algunos años, precisamente cuando se puso de moda la estupidez de hacer público el patrimonio personal de diputados y senadores, recuerdo que en una entrevista preguntaron a Gaspar Llamazares, en aquel momento jefe supremo de Izquierda Unida ( y por añadidura del Partido Comunista de España) por 360.000 euros que figuraban a plazo fijo en un banco dentro de su declaración. El bueno de Gaspar contestó : “A caso se piensan ustedes que por ser de izquierdas somos monos o tenemos que vivir debajo de un puente”
Al poco tiempo -y sin que tenga nada que ver lo anterior- a Izquierda Unida la barrieron ideológica y socialmente del tablero político español. El mayor responsable de ello fue un charlatán de tertulia, con discurso mesiánico y populista, que capitalizó el descontento social aprovechándolo en su favor.
Surgió “Podemos” como un clon ideológico de Izquierda Unida. Un duplicado de laboratorio dirigido magistralmente por alguien que ha demostrado una monumental falta de coherencia entre su discurso y su conducta.
Iglesias y el elitista grupo de amigos fundadores de Podemos, diseñan una estrategia con la que pretenden alcanzar el poder político de una forma fulminante, basándose únicamente en dos pilares; la indignación social e intentar destrozar a sus adversarios políticos, haciendo ver a la ciudadanía que ellos son el único camino que lleva hacia la luz.
Primeramente fagotizan a IU colocando a sus líderes en un escenario en el que la única opción es someterse a Iglesias o terminar en el inodoro como una sopa de estrellas rancia o caducada. Eso es Izquierda Unida para Iglesias.
En un principio la formación de Albert Rivera no les molestaba demasiado, y lanzan su más dura ofensiva contra el Partido Socialista Obrero Español, en la intención de que terminase por correr el mismo camino que Izquierda Unida.
En una entrevista publicada en 2014, la propia Ada Colau afirmaba: “Lo mejor que el PSOE puede hacer como estructura política es desaparecer”, pero no lo consiguieron.
Fue entonces cuando acuñaron la palabra “Casta” para calificar indistinta y generalizadamente al resto del espectro político.
Es en esos momentos de impulso inicial cuando se produce toda la verborragia de declaraciones incendiarias que rebosan en las hemerotecas, y que nos pintan a los líderes de Podemos como seres “cuasi celestiales”, que ajenos a cualquier resto de “condición humana” se presentan a sí mismos como hombres y mujeres puros, hechos de acero y yuca. Un ejército de “Che Guevaras” inasequibles a las debilidades humanas, que a cada palabra pontifican.
El paso del tiempo ha colocado a cada cual en su justo lugar, y demostrado que el problema de nuestra especie no es la política ni los partidos políticos, sino la propia condición humana , que es insalvable y siempre termina por colocarnos ante nosotros mismos y nuestras contradicciones.
Pablo Iglesias no es ajeno a una condición humana que a casi todos nos maneja. Una condición que le lleva a enamorarse, a formar una pareja, una familia…A comprar la mejor casa que pueda para criar a sus hijos en ella. Todo es absolutamente normal, natural y atávico. Su chalet de 600.000 Euros que ambos pagaran con el fruto de sus trabajos -dentro y fuera de la política- no tiene reproche ninguno.
El problema no es el chalet ni su precio, ni su ubicación. Tampoco su piscina privada. El verdadero problema de toda esta absurda polémica es la santa hipocresía de la que hacen gala tanto el propio Iglesias como su compañera Montero. Que llevan desde 2014 evangelizando a la sociedad española con una serie de mantras populistas que ellos son los primeros en profanar. Una hipocresía premeditada y repugnante que deja al descubierto la falsedad y la premeditación de sus discursos y la doble vara de medir que en general tiene la formación morada.
Es la misma hipocresía de Monedero cobrando más de 400.000 euros por un informe, de Ramón Espinar lucrándose con la venta de un piso de VPO, de Echenique utilizando trabajadores sin contrato o del Propio Iglesias criticando a la casta que se compra un Chalet con piscina en las afueras para terminar haciendo él exactamente lo mismo. Esa asquerosa hipocresía -que nunca vimos ni veremos en los líderes de Izquierda Unida-, y que se ha convertido en el “santo y seña” de una parte de los representantes de la formación morada a lo largo y ancho del Estado.
Tras el escándalo del chalet, Iglesias da un último salto mortal y somete al voto de sus acólitos el refrendo de su conducta. Tendrán que ser los “inscritos” de Podemos, los que mañana voten telemáticamente si el chalet de Iglesias y Montero está bien o es indigno. Y lo harán sin visitarlo, sin compartirlo. Sin bañarse en la piscina.
Tal vez la próxima semana el mesías someta a refrendo popular el color de la pintura para la habitación de invitados, o los nombres de sus próximos hijos. El esperpento con esta gente no tiene fin.
Iglesias para evitar dimitir y marcharse a su casita (de 600.000) chantajea en toda regla a sus bases, a las que les traslada el muerto. Coloca a la militancia contra la pared, para que elijan entre el amado líder supremo o la anarquía y el desastre de perderlo. Para que le den la legitimidad y la ética que irremediablente ya ha perdido, y no va a recuperar.
Mañana, pasado - o cuando tenga a bien Echenique- veremos lo que dicen las bases, pero no me extrañaría que ante la poca credibilidad de su sistema de voto salga un 99% de apoyo a la compra del Chalet, o tal vez las feroces críticas de IU se hagan escuchar...Que todo se revolucione o se tranquilice y puedan volver a la normalidad artificial en la que viven instalados. A seguir exigiendo a los demás lo que ellos no cumplen.