lunes, 11 de marzo de 2019
El adiós de Luena
“Qué largo se me está haciendo el mandato como secretario general del PSR de César Luena”, me confesaba hace ya un par de años un militante de base del partido, justo antes de comenzar el proceso de primarias para su relevo. Uno de esos compañeros con los que sólo tienes oportunidad de charlar de comité en comité…Y no andaba desencaminado.
La etapa con Luena al frente y su paso por el poder orgánico del PSOE se le antojó a mucha gente más larga de lo que realmente fue. Y no por mala o por aburrida. Ni mucho menos.Fue por intensa.
Sucedieron tantas cosas desde que ganó la Secretaría General riojana, que pese a no estar más que un mandato parecieron tres o cuatro.
Su condición de diputado nacional, unida a su designación como secretario de organización federal…Las negociaciones para formar gobierno, las campañas electorales, la administración de “disciplina” en algunas federaciones…Las idas y venidas apoyando y trabajando para unos y otros han desgastado enormemente al de Bobadilla, haciendo que todo a su alrededor parezca más largo.
Posiblemente lo más cómodo hubiera sido presentar la dimisión como secretario general del PSR cuando fue encumbrado hasta la Secretaría de Organización del PSOE en 2014, pero no lo hizo, seguramente pensando en los empastes siempre complicados que el partido venía armando desde hacía muchos años.
No se puede entender de otra manera la osadía de mantener al mismo tiempo dos cargos orgánicos semejantes, a la par que un cargo institucional.
Luena tuvo la ocasión de dedicarse al PSOE nacional en cuerpo y alma , pero conservó su lugar predominante en el Partido Socialista de La Rioja dejándolo huérfano de padre durante mucho tiempo. No quiso dejar a nadie a cargo del castillo, lo cual es un mal extendido...Pensar que yo soy muy capaz y los demás igual no tanto. Fue un error humano...¿O tal vez una imposición?
Transformó un partido imbuido en una etapa personalista en lo que él llamaba "PSOE coral", que no era otra cosa que dar voz y presencia a cada responsable de área en los medios de comunicación. Las ruedas de prensa dejaron de estar protagonizadas siempre por el secretario general, a descubrir que dentro del partido había más gente que podía aportar públicamente su opinión y su imagen. Varias voces para un mismo partido.
Para cuando llegó el momento de disputarse las primarias entre Ocón y Caperos, César Luena ya llevaba meses anunciando (cada vez que tenía ocasión) que no se iba a volver a presentar a la reelección. Tras la asonada del 1 de octubre de 2016 y la recomposición de fuerzas y afectos en la dirección federal, Luena fue asimilando que su relevo en Ferraz y en La Rioja era ineludible. Y también viendo claro que su posición como cabeza riojana en el Congreso de los Diputados tocaba a su fin. Una cosa detrás de la otra.
El sábado todo esto cristalizó. Tras una carrera política meteórica, Luena deja la primera línea del PSOE de La Rioja siendo todavía un chaval, y lo hace con esa templanza que solamente se adquiere con la experiencia. Sin estridencias, deseando lo mejor al partido y echándose a un lado para no molestar ni perjudicar. Dando ejemplo.
Conocí a César hace más de una década, cuando él era extraordinariamente joven para ser diputado. No me cayó especialmente bien en un primer momento. He de reconocerlo, pues de hipócrita tengo poco.
Un día nos mandaron a los dos a dar un mitin a Igea (la patria del cacique). Se crecía ante el público (tuvimos 9 asistentes). Elevaba la voz como si estuviese hablando para 10.000 personas. Lo llevaba en la sangre.
Fueron pasando los años y coincidiendo en más sitios. Llegó el momento de necesitarle para traer conferenciantes, buscar información en el Congreso, solucionar problemas…Su respuesta siempre fue la misma; impecable. Nunca nos pidió nada y siempre intentó aportar lo más posible.
Así que mi opinión sobre él, (con sus grandes aciertos y pese a sus tremendos errores que nada tuvieron que ver con La Rioja) fue mejorando año tras año para terminar siendo muy buena.
Ahora que desde el sábado es un militante más, es el momento más apropiado para reconocer su valía, su trabajo y su innegable capacidad política e intelectual.
Que le vaya todo bien y que su adiós en la primera línea solamente sea un “hasta luego”.
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