domingo, 1 de septiembre de 2019

La plaza medio llena o medio vacía

El mundo del toro es posiblemente el que mayor intrusión intelectual presenta. Hay un ejército de personas sin criterio, que ya sea inducidos por sus inclinaciones políticas, o bien sea por un afán de aparentar saber algo del tema (la una o la otra…O ambas) se erigen en paladines de las esencias del toreo y lo único que hacen es demostrar a los que están en contra de la tauromaquia que hay razones suficientes como para estarlo.

Como decía ayer en la tertulia del Club Taurino de Calahorra el apoderado de Emilio de Justos, Ludovic Lelong “en los toros nunca ha habido ideologías políticas”, no ha sido algo ni de izquierdas ni de derechas. Verdad lapidaria. Aunque hay algunos muy interesados en hacer ver lo contrario.
Pese a ello, los cuatro listos de siempre, del mismo modo que han querido patrimonializar la bandera o la palabra “España” andan embarcados en aparentar “taurinísimo”, cuando no hacen otra cosa que el más absoluto ridículo cada vez que abren la boca, porque no tienen ni idea.


Ayer en Calahorra se sometía al refrendo popular si se sigue o no se sigue poniendo 50.000 Euros de todas y todos para que se celebre una corrida de toros.
Antes de fiestas el ayuntamiento manifestó por boca de su portavoz: “Si la gente responde y acude a la plaza seguiremos, pero si no acuden nos lo pensaremos”. Esta frase que rezuma sentido común por todas sus letras, no fue entendida por algún listo, que retorcida e interesadamente interpretó que el ayuntamiento “amenazaba” con eliminar las corridas. Incluso hubo quién dijo, con tanta soltura como inconsciencia, que el Ayuntamiento tenía que apoyar la fiesta para que siga… ¡Cómo si no fuera suficiente apoyo meter 50.000 Euros en un espectáculo que normalmente dura dos horas!

También me he sorprendido mucho al leer esta mañana la crónica del corresponsal de Diario La Rioja respecto a la entidad de la entrada que se registró ayer en la plaza.
Sentencia Pablo García Mancha que la plaza estaba “Casi llena”. Leyendo esta aseveración se podría decir que no estuvo presente en la corrida, pero no lo voy a decir porque lo tenía sentado bajo mis piernas. Estaba allí el comentarista taurino.
Lo que si voy a explicar es que no sólo no estaba la plaza casi llena (5.800 se han vendido en alguna corrida histórica) sino que las localidades vendidas no llegaron a las 3000, lo que supone que si conocen mínimamente el mundo de las matemáticas....
Debería saber el crítico que en la plaza de Calahorra la mayor parte de la gente se sienta ocupando dos asientos, uno con el culo y otro con los pies, lo que visualmente puede dar la sensación de lleno completo, realmente no lo es.


El mundo del toro tiene cuatro problemas importantes que solucionar si quiere salir adelante. El primero es asumir que los contrarios a la tauromaquia son infinitamente más que quienes se muestran a favor, lo cual en un Estado democrático y de derecho es un problema colosal.
El segunda pasa por la demostración empírica de que la tauromaquia languidece porque las plazas no se llenan, y no se llenan porque no interesa a los que se autodenominan “taurinos” que cacarean mucho pero no compran entradas. Y si una actividad como esta no es capaz de autofinanciarse con sus propios recursos estará condenada a desaparecer, ya que las administraciones en algún momento decidirán terminar con las inyecciones de dinero público a actividades que no obtengan el refrendo ciudadano mediante la asistencia masiva.
El tercer problema es el comportamiento de la parte más “simputaideista” de la afición. Aquellos que han encontrado en la tauromaquia un reducto en el que ser acogidos para lanzar sus soflamas ultraconservadoras y trasnochadas. Esos son los que más daño están haciendo, ya que cada vez que abren la boca o expulsan su bilis en los grupos tóxicos de las redes sociales, se multiplican por tres los antitaurinos.
Por último, poco ayudan a los empresarios taurinos situaciones como la vivida ayer en Calahorra, en la que el presidente del festejo tuvo el monumental desatino de devolver a los corrales un toro que ya había pasado por el caballo. Un animal que salió en perfecto estado del chiquero y que se partió el cuerno derecho al embestir contra el burladero. Situación esta acontecida durante la lidia y que por tanto no era motivo suficiente ni reglamentario para rechazar al toro.
Este episodio, a parte de ser irregular y antirreglamentario, supuso en la práctica que el poco beneficio económico que había conseguido el empresario se esfumase al tener que sacar el sobrero. Por lo que luego nadie se extrañe si en próximas ocasiones dicho empresario se abstiene de venir a Calahorra a organizar un festejo mayor.

Y ante esta macedonia de acontecimientos ¿Qué le toca hacer a un gestor público responsable? Pues sencillamente analizar los datos, sopesar alternativas, consultar con los que entienden y tomar una decisión, que a ser posible suponga perder menos dinero público y ganar más aliciente.
Ese es el reto.