domingo, 27 de octubre de 2019

Disfrútalo o resígnate, pero no sigas haciendo el ridículo.


Que alguien con un comportamiento tan demostradamente autoritario y desleal, como el líder de Podemos -Pablo Iglesias- ande estos días haciendo el más atronador de los ridículos a colación de la exhumación del militar golpista Francisco Franco, es en sí mismo la “prueba del algodón” que evidencia y justifica la repetición de elecciones en España.

Iglesias es el mismo de hace unos años, pero con menos votos y sin amigos. Los ha purgado a todos.
Un pendenciero estalinista en lo orgánico; filibustero fracasado en lo institucional, con un objetivo claro que nunca conseguirá…La destrucción del Partido Socialista.
¿Cómo iba Sánchez a maridar un gobierno para España con semejante socio? Es algo impensable. Nadie metería al zorro dentro de su gallinero. La deslealtad en política es intolerable.

Con la exhumación de Franco, el Sr. Iglesias ha mostrado nuevamente su peor cara, la más rastrera. La rabia de saberse tan insignificante como intrascendente, le ha llevado postularse junto a los que critican la exhumación desde la extrema derecha, alegando sus mismos motivos e idéntico argumentario. Hasta el mismísimo nieto del dictador afirmó ayer en un programa de televisión que comparte al 100% lo que Pablo Iglesias ha dicho sobre el asunto. No me extraña.

El proceso para sacar al genocida del interior del Valle de los Caídos ha sido extraordinariamente largo y lleno de obstáculos, y lo que más le molesta a Iglesias es que ese camino lo ha iniciado el PSOE y lo ha culminado el propio PSOE. Eso no lo soporta. No se saca del cuerpo que haya sido Pedro Sánchez el que ha puesto fin a una anomalía democrática que ya duraba 44 años, más tiempo incluso que lo que duró su sanguinaria dictadura.

Alegar que la exhumación ha sido un acto de electoralismo es una estupidez al mismo tiempo que una canallada propia de estultos -o canallas-, y Pablo Iglesias tonto no es. Sabe perfectamente el de Podemos que el proceso para sacar a Franco ha sido prolongado porque las circunstancias así lo han impuesto.
Pedro Sánchez anunció en el Congreso su intención de hacerlo hace casi 900 días. Del mismo modo el propio gobierno socialista por boca de su vicepresidenta – Carmen Calvo- anunció la exhumación para el 10 de junio de este año, algo que no se pudo hacer porque el Tribunal Supremo (5 días antes de esa fecha) la paralizó  atendiendo a un recurso presentado por los familiares. Esto lo sabe Iglesias perfectamente, del mismo modo que conoce que hasta hace unos días no ha sido posible ni legal proceder con la “extracción de sus restos”.

A Franco se le ha sacado en cuanto se ha podido. Y ha sido un hecho histórico que termina con una anomalía democrática a nivel de toda la Europa civilizada, en la que en ningún país se honra a un dictador ni se le mantiene enterrado en un lugar preminente.
La saca de Franco es algo que honra a un partido, el socialista, que luchó contra la dictadura y defendió la segunda república hasta sus últimas consecuencias, perdiendo en la batalla a decenas de miles de sus militantes. A todas ellas y ellos (y a sus familias) El PSOE ha honrado el pasado viernes.

Hoy los más de 35.000 cadáveres de republicanos asesinados por un régimen fascista -que descansan en ese lugar- han sido librados del escarnio de tener que compartir sepultura con su asesino. Y pretender tapar esa monumental realidad con pataletas infantiles resulta patético.
Tan patético como quienes afirman que por el mero hecho de que sus familiares portasen a hombros el ataúd de su abuelo, y le gritasen un “Viva Franco” aquello fuera “un funeral de Estado” o “un enaltecimiento del franquismo”, cuando realmente no fue otra cosa que veinte nietos nostálgicos vitoreando a la momia de su bisabuelo en la inmensidad de una plaza vacía.

¡Coño Pablo! Que hemos sacado a Franco del Valle de los Caídos…Disfrútalo o resígnate, pero no sigas haciendo el ridículo.