lunes, 20 de abril de 2020

¿Necesitamos más políticos?

Todos tenemos “amigos” (conocidos más bien) que se pasan el día colgando bulos en los grupos de WhatsApp que compartimos. No lo hacen por mal ni por bien…Supongo. Son así.
Tienen dificultades para diferenciar entre la verdad y la mentira…Incapacidad para reflexionar un par de minutos antes de compartir indiscriminadamente la primera porquería que les llega al móvil... Incontinencia digital.
Lo peor es que su conducta irresponsable se está generalizando en la sociedad, con lo que alguien pudiera llegar a pensar que el bueno de Umberto Eco, cuando dijo aquello de que “las redes sociales dan espacio a legiones de idiotas”, igual estaba en lo cierto.

Al “ser humano español” le gustan las cosas básicas. Sin demasiadas complicaciones. Es más sencillo creerse un bulo, que te llega al móvil mientras te rascas el sobrepeso en el sofá, que realizar el esfuerzo de perder un par de minutos en contrastar si aquello que acabas de recibir es o no cierto antes de compartirlo.  Así se expanden los bulos -y los virus-, por falta de precaución e higiene,  y si unos pueden acabar con tu salud física, los primeros acaban con la mental.

Si bien es cierto que la viralización de las noticias falsas en esta pandemia del COVID-19 está siendo multidisciplinar, no se puede negar que los bulos sobre políticos son el clásico más recurrente. Incluso se están rescatando del baúl de los recuerdos algunos muy sonados, como las falsas cartas de Arturo Pérez Reverte vomitando contra la clase política, (un bulo que tuvo una gran aceptación en 2014), o el memorable de pedir que los diputados no cobren un sueldo vitalicio al terminar su mandato (cosa que nunca ha sucedido), o mi preferido; que afirma que en España hay 475.000 políticos cobrando sueldazo, cuando la realidad es que son menos de la sexta parte, y además, resulta que el 90% de ellos no cobran ningún sueldo.

Hay personas con síndrome de Diógenes que almacenan en sus teléfonos u ordenadores (durante años si es necesario)  todo este magma de falsedades y calumnias interesadas. Permanecen allí latentes, y en cuanto tiene ocasión vuelven a soltarlas al circuito, encontrado siempre cándidas almas caritativas que las difunden e incluso se las creen. No me negarán que es un caso a estudiar con detenimiento. Enternecedor.

La realidad es que hay muy pocos políticos en este país para tanto fans como tienen, tendría que haber 500.000 más. Por lo menos. Y muy poco me parece lo que cobran para el gran servicio que reportan a la salud mental del país.
Baste pensar que de no existir el “ ser humano político” toda esa gente que se desahoga vomitando en las redes sociales contra ellos, necesitaría salir a la calle a pegar a sus vecinos,  pinchar ruedas , quemar urbanizaciones… O lo que es peor, a quitarle el puesto de Director de Coordinación de Emergencias a Fernando Simón, porque si de algo andamos sobrados es de “listos”.  Unos “listos” a los que el “youtuber” Miguel Charisteas les dedicó hace unos días unas bonitas palabras:
“¿Por qué no te encargas de gestionar esta crisis tú? Sí, tú que lo sabes todo" ..."Tú que no sabes ni qué cojones hacer con tu vida ¿Vas a arreglar el mundo?"
En fin. No se puede discutir que los políticos son  verdaderamente de “primera necesidad” en España; el pegamento que cohesiona a nuestro país. Nada une más al pueblo español que los triunfos de la selección de fútbol y el ansia por difamar a sus políticos.
En estos días de pandemia y confinamiento son más necesarios que nunca. Ellos sirven a la sociedad como bálsamo ante la frustración y el desasosiego. Como capacillo de las hostias. El chivo en el que expiar todas las desgracias, tanto a nivel general como en la esfera más íntima. La virgen  que ofrecer sobre un altar para beber su sangre . Una especie de muñeco del pin pan pun al que culpar de todo y linchar impunemente en nuestro muro de Facebook, o montando memes para el estercolero del Twitter.

Es precisamente en los momentos de excepcionalidad -como este- cuando se demuestra que son indispensables. Que sirven o valen para tapar cualquier agujero.
Si en una Comunidad Autónoma la evolución de la pandemia marcha mal, y cada día hay más contagiados, más muertos, menos camas libres en planta y colapsa el hospital, la responsabilidad nunca será del virus o de los chinos, no....Es de los políticos, que son unos inútiles. Hay que decapitarlos y sacarles los ojos. Pero si por el contrario todo marcha sobre ruedas, hay una buena gestión de la epidemia y la situación se reconduce, el mérito será  divino, casualidad,  o en el mejor de los casos responsabilidad directa de cualquier otro colectivo.
O si por ejemplo en una residencia de ancianos privada fallecen la mitad de los residentes por una nefasta gestión, arderán las redes sociales culpando a los políticos del fallecimiento y pidiendo a la fiscalía que los investigue a fondo... Pero si la residencia no tiene ni un solo caso y todo ha salido bien, el mérito será de su dirección y de sus trabajadores…No me negarán que los políticos son cojonudos para estos casos.

Lo que menos importa realmente es a qué partido o ideología política pertenece el “político del turno”, ni si piensa en un sentido o en otro, o si incluso pertenece al "partido ese" en el que nadie dispone de un par de neuronas activas... Todos son iguales a los ojos del jurado supremo de las redes sociales y del cuñadismo nacional.

Yo a nivel personal, y por modular la frase de  Umberto Eco, no es cierto que en estos tiempos la sociedad cuente con  más idiotas que antes, lo que pasa es que tienen datos o WiFi.