En dicho entorno, decisiones muy cuestionables de los anteriores equipos de gobierno municipal propiciaron una regulación del tráfico rodado singular y sin ningún criterio técnico fundamentado. Por mero capricho, ocurrencia o directamente por desconocimiento.
Sin lugar a dudas, la peor consecuencia de aquellos cambios que comenzaron en el año 2011, de la mano del entonces alcalde (Francisco Javier Pagola) fue la progresiva eliminación de multitud de aparcamientos en unas calles (y tramos de calles) en las que se había aparcado sin mayor problema “toda la vida”, y que de pronto vieron reducidas las plazas tradicionales o directamente eliminadas la totalidad de las mismas.
En tan sólo cuatro años, entre 2010 y 2014, pese al aumento de población en la zona y del parque móvil de vehículos, se eliminaron más de 100 plazas de aparcamiento en un ámbito en el que a los vecinos ya les resultaba muy complicado aparcar hace una década, y en la que 10 años después el problema lejos de solucionarse ha ido a mucho peor.
Según datos de la Dirección General de Tráfico, en los últimos 10 años, el parque motorizado calagurritano ha aumentado en cerca de 1700 vehículos, alcanzando en estos momentos la cifra de 16.220.
También ha aumentado el número total de conductores (más de 14.000) de los que por cierto, el 60,5% son varones, y el 39,5% mujeres, y como resulta matemáticamente evidente, el número total de vehículos es significativamente superior al de personas con carnet.
Si a esta circunstancia le unimos la dificultad legal (por los requisitos necesarios para su concesión) de tener un vado permanente, la necesidad de quien no lo tiene de sacar el coche a la calle cada día (por si lo necesita), la abundancia de vados horarios, que de 21 a 9 horas impiden pernoctar frente a ellos, la inexistencia (prácticamente) de grandes garajes subterráneos comunales en el Casco histórico, el reducido número de plazas de aparcamiento en parking de uso libre… Y algo “no menor”; hay miles de personas que no tienen garaje privado y tienen que aparcar por narices en las calles. Todas estas circunstancias nos llevan a la situación actual.
En el Casco Histórico faltan plazas de aparcamiento, con mucha más evidencia que en ninguna otra parte de la ciudad. Por ello es necesario, buscar y encontrar nuevas fórmulas que permitan absorber esta necesidad de quienes viven en la zona y no disponen de un garaje privado en el que pernoctar su vehículo.
Y por encima de todo no eliminar más lugares de aparcamiento, mientras no se puedan ofrecer alternativas reales a los vecinos sin garajes. Porque queda meridianamente demostrado, que, pese a que en algunos tramos y calles se prohibió aparcar en 2011, la realidad es que buena parte de ellas están permanentemente llenas de coches aparcados, no por capricho de sus dueños, ni porque tengan ganas de pagar multas o de que la grúa retire su vehículo…No. Sencillamente es porque en determinadas horas (la hora de comer, las noches, los domingos, etc), o tienes una bajera propia con vado, o en alguna parte lo tienes que dejar. .
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