No está demasiado claro en qué momento de nuestra historia reciente, la libertad de prensa fue engullida por los poderes fácticos que se alimentan con el dinero de todos. Pero está fuera de cualquier duda que “libertad” y “prensa” son dos palabras que en España hace ya muchos años decidieron interrumpir temporalmente la convivencia; se divorciaron, y además se llevan fatal.
El último episodio de esta separación ha sido la fulminante destitución de Pedro J. Ramírez – mi paisano-, cuya defenestración es la consecuencia más directa de lo contraproducente que puede ser practicar la libertad de prensa.
Decir y contar la verdad desnuda en un medio de comunicación en un Estado de extorsión como el nuestro, es a día de hoy imposible. No exagero. No voy a negar que existan temas tratados con naturalidad – incluso con objetividad-, aunque solamente son aquellos que no molestan al que paga, y todos sabemos quién es el que paga…El Goebbels de turno.
Mientras el tema a tratar sea intranscendente… Mientras se hable de los desgraciados, la objetividad y el periodismo de investigación fluirán de forma natural en el trasvase lógico entre la fuente y el lector (radioescucha o televidente) , utilizando como vehículo la profesionalidad de los periodistas.
El problema se presenta cuando el profesional ha de tratar temas sensibles que afectan a dichos poderes fácticos, capaces de atrocidades semejantes a la perpetrada contra mi paisano.En esos casos vemos como el tamaño del periodista no importa...Sea cual sea acabará siendo amordazado.
Decía ayer el Ministro de Economía (Luís De Guindos) muy resuelto – y a preguntas de un periodista- que el Gobierno no está en esas cosas de “decidir quién dirige el Diario El Mundo”. Pero la verdad es bien distinta. No hace falta ni hablar, ni decir una sola palabra…Ni una triste llamada a los accionistas del periódico. Basta con suprimir la publicidad institucional de las administraciones públicas…Cerrar el grifo de la financiación pública y esperar a que el director – o el periodista incómodo- caiga como fruta madura.
Los gobiernos quitan y ponen directores en los medios de comunicación, y lo hacen gracias al uso espurio del dinero sacado de nuestros impuestos. Así funciona esto en España, en sus Comunidades Autónomas y en buena parte de sus Ayuntamientos.
Pedro J. Ramirez se ha buscado demasiados enemigos en todos los frentes. A unos por mentir y a otros por decir la verdad. Su mayor “delito” ha sido destapar los casos de corrupción en el PP y apostar por los caballos perdedores.
Los profesionales del periodismo, cuando se ven en la tesitura de informar sobre temas sensibles, sólo pueden elegir entre dos opciones complicadas: trabajar con profesionalidad pese a saber que su trabajo será troquelado y pervertido, o marcharse a otra cosa, y la situación no está como para marcharse.
No sabemos si Pedro J. se ha marchado voluntariamente (lo dudo) o lo han echado antes de que la falta de dinero público en forma de publicidad y propaganda, termine asfixiando al periódico que fundó.
¡Qué desagradecida es la derecha de este país!, te toleran mientras les sirves y te desgarran la yugular cuando les molestas.
viernes, 31 de enero de 2014
Mi paisano y la libertad de prensa.
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Pero que bien y que clarito escribes
ResponderEliminarQué bien le hubiera venido a Pedro J. este apoyo cuando destapó los escándalos del GAL, Filesa, Faisán... Ah, claro. Que eso eran movidas contra el PSOE...
ResponderEliminarApoyo??? Qué apoyo?
ResponderEliminarel que a hierro mata a hierro muere
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