jueves, 14 de abril de 2016

La II República ochenta y cinco años después.

Un día como hoy, el diario independiente de la noche “La Voz”, fundado en Madrid en 1920, sacaba su número 3.212, con una portada en la que destacaba este gran titular: “Viva la República Española”. Bajo el mismo, un subtitulo muy elocuente: “El nuevo régimen viene puro e inmaculado, sin traer sangre ni lágrimas”.

Ciertamente fue la incruenta instauración de un nuevo sistema político que gobernaría España durante los siguientes nueve años, los tres últimos en guerra.
Llegaba dos días después de celebrase unas elecciones –municipales-, con la ilusión de hacer avanzar social y democráticamente a un país con demasiadas carencias; algunas tan básicas como el analfabetismo, la falta de políticas de salud pública o las injusticias sociales.
Fueron unas elecciones en las que solo tenían derecho a sufragio los hombres mayores de 25 años, y que tras conocerse su resultado se convirtieron en plebiscitarias, acabando ( por asentimiento popular) con la peculiar situación política que el propio Alfonso XIII había consentido a su alrededor; restringiendo las libertades políticas, colectivas e individuales y generando con ello abundantes conflictos sociales.
Por su parte, (el mismo día) Diario ABC titulaba: “Grave Situación Política”…La línea editorial del rotativo madrileño no estaba muy alejada de la que mantiene 85 años más tarde. Defendiendo a la Corona.
Pero en realidad, la situación era muy diferente a la que quería transmitir el ABC, ya que los partidos y coaliciones republicanas de izquierdas habían ganado con rotundidad las elecciones en 41 de las 50 capitales, con victorias apabullantes en Madrid y Barcelona, dejando las zonas más rurales como últimos refugios del voto monárquico. Una victoria que dejaba claro que España ya era republicana. No se necesitaban más pruebas, y la única salida para Alfonso XIII era abdicar.
El giro que España dio en una sola jornada, -pasando de una dictadura monárquica a una república democrática-, fue un ejemplo mayúsculo del poder de las urnas, de la fuerza de una sociedad capaz de variar el rumbo de su propia historia, sin derramar una sola gota de sangre para conseguirlo.
Tal vez solo por eso, (o incluso por todo lo demás que el gobierno republicano consiguió con sus políticas sociales y progresistas), el régimen democrático de la II República es visto por muchas y muchos, como un ejemplo paradigmático del poder de la gente y de la política. De la fuerza que la unión entre ambas puede imprimir a un país para colocarlo en la senda del desarrollo y apartarlo de la desigualdad social.

La II República trajo la modernidad y los derechos humanos a la sociedad española. También educación y cultura, así como una avanzada Constitución que fijó aspectos esenciales otorgando derechos tan fundamentales como el voto femenino, la igualdad de todos los españoles ante la ley, separación de poderes, eliminación de la religión de la vida política, nacionalización de los Servicios Públicos, el reconocimiento del matrimonio civil o el derecho al divorcio, entre otros.
Ochenta y cinco años después, los hombres y mujeres que protagonizaron aquellos acontecimientos descansan en los libros de historia y en la memoria colectiva.
Muchos perdieron la vida prematuramente por defender un régimen democrático, y todavía algunos de ellos yacen sepultados en “las cunetas”, gracias a la bárbara política de exterminio de quienes usurparon ilegítimamente el poder. También gracias a quienes a día de hoy siguen infamemente poniendo trabas a su rescate.

¿Habrá una III República? Sin duda. No albergo la menor duda de ello. Será positiva para la democracia y para España, y llegará más tarde o más temprano…Hoy falta un día menos que ayer para su proclamación, pero uno más que mañana.

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