Según documento del registro civil de Lardero, (rescatado por Jesús Vicente Aguirre) , el 24 de septiembre se certifica la defunción de José, que por aquel entonces contaba con 49 años y estaba casado con Felisa Diez Miguel, con la que tenía cuatro hijos: Asunción y Carmen, Victoriano y Jacoba.
José Escalona era uno de los fundadores de la Sociedad Agrícola de Defensa del Agricultor. Se presentó a las elecciones municipales de abril de 1931 como republicano, Posteriormente pasó a formar parte de Izquierda Republicana, una formación que según Antonio Hernández García llego a contar con 400 socios en Calahorra.
Fue el sexto candidato más votado consiguiendo su acta de concejal con 474 votos. Don Pedro Gutiérrez (Jaimista) obtuvo 190.
El alcalde (Lucio Díez) le nombró tercer teniente de alcalde y el 16 de abril fue comisionado para solucionar los problemas de las defensas del Ebro en La Rota y seis días más tarde miembro de la comisión permanente de Fomento.
Era ganadero y también agricultor. Aficionado a la música (tocaba la bandurria en la rondalla) y propietario junto a su esposa de una tienda de ultramarinos en la calle Arrabal.
Fue detenido el 25 de julio de 1936 y durante dos o tres días permaneció encarcelado en Calahorra, para posteriormente ser trasladado a Logroño en donde permaneció preso casi dos meses, primero en el Frontón Beti Jai y luego en la escuela "La Industrial”.
Una de sus hijas, Jacoba, antes de fallecer (hace unos años), dejó un interesante testimonio al escritor Jesús Vicente Aguirre, que de este modo lo refleja en su monumental libro “Aquí nunca pasó nada”:
“Se presentó con un amigo que ya había cambiado la Chaqueta en el Ayuntamiento, que entonces estaba en el Raso, y ya no bajó a casa. Allí estuvo algunos días y luego lo llevaron al Beti Jai. Fuimos a Logroño pero solo pudimos verlo una vez, cuando estaba en La Industrial. Estaba muy mal en aquellos pasillos larguísimos y venía con los brazos colgando que se caía, y se sentó en una silla y me cogió”…. ”Estaba arreglándose madre para ir a ver a padre, y vino el tío Manolo y le dijo: no te arregles que no hace falta”….”Tuvimos problemas luego en todo”…. ”Mi madre me dijo que debíamos contarlo siempre, mientras te reluzca el brillo en los ojos tienes que venir aquí (la barranca) todos los años”…. “Hay gente que no cuenta estas cosas, pero es importante que los jóvenes lo sepan. Si no, cuando nosotros no estemos se perderán”…
Otra de las cosas interesantes que Jacoba recordaba era cuando ella misma acudió pidiendo intercesión al también concejal (del partido Jaimista), D. Pedro Gutiérrez Achútegui, el cual le dijo: “ Lo siento mucho Jacoba, pero no te puedo ayudar”….”Pero. ¿Por qué?, si no nos ha quitado de ir a misa”…A lo que D. Pedro supuestamente le contestó: “ Pero es socialista y por eso no te puedo ayudar”.
Tampoco parece ser que las monjas de "La Caridad" (del hospital) , a las que tanto había ayudado hicieran mucho por él. Ni tan siquiera pasaron a preguntar por su suerte a la familia. Pese a que era habitual – según sus hijas recordaban- que José les llevase frutos de sus campos y las protegiera en cierta ocasión ante exaltados que amenazaban con ir contra la iglesia.
José Escalona, está enterrado en el lugar más digno que puede existir en esta tierra de vino y ríos; en el cementerio civil de “la Barranca” en Lardero. Justamente en el mismo lugar donde lo asesinaron.
Allí comparte sepultura con otros centenares de compañeros y compañeras (17 de ellos calagurritanos) asesinados por defender sus ideas…Los derechos y las libertades de todos.
(FOTOS ARCHIVO BELLA)
POSDATA: En este tipo de artículos no permito comentarios, pues creo que no son abiertos a la opinión. Pese a ello me escribe el escritor e investigador de temas etnográficos "Javier Asensio", que tras leer el artículo me pide que incluya este texto suyo, tras la entrevista que le realizó al hijo de José Escalona, el Sr: Victoriano Escalona:
Tuve la oportunidad de hablar una tarde con el hijo de este hombre y lo que me contó fue tremendo, de remover las conciencias.
Escalona era un hombre bueno, agricultor y de ideología socialista. Se le veía leer El Socialista y no le hacía mal a nadie. Estaba casado con una mujer muy religiosa, que iba a misa los domingos y a la entrada de la iglesia y a la salida, elementos maleducados, supuestamente de izquierdas, les llamaban cavernícolas y cantaban el famoso himno de Riego adaptado al anticlericalismo:
Si los curas y frailes supieran
la paliza que van a llevar
saldrían a la calle cantando
libertad, libertad, libertad.
La mujer de Escalona se lo contaba a su marido y éste le decía:
-Estos (refiriéndose a los provocadores), de socialistas no tienen nada, lo primero que tiene que saber hacer un socialista es respetar las ideas de los demás.
Así que este hombre de campo, que leía un periódico de izquierdas, cuando llegaba a casa se encontraba a su mujer y a su suegra rezando en una convivencia ejemplar. No era éste el único caso en nuestro pueblo. Más de una persona me ha contado que en su casa compartían la misma pared retratos de Pablo Iglesias y de la Virgen del Carmen. La mujer de Escalona se ganaba unas pesetas lavando las ropas de los novicios del seminario del Arrabal, pese a lo duro de la labor -entonces se lavaba de rodillas en los lavaderos junto a un río-, lo hacía con gusto por tratarse de aprendices de sacerdotes.
El 19 de julio, cuando los requetés fueron a casa de José Escalona, este hombre estaba tranquilo y les decía a los suyos:
-Ningún mal le he hecho a nadie así que nadie me hará mal a mí.
La mujer de Escalona pudo ver que entre tanto requeté -la mayoría navarros- que fueron a apresar a su marido había algunos novicios a los que ella misma les lavaba la ropa.
Y se lo llevaron. La mujer, pese a las palabras tranquilizadoras de su marido no presintió nada bueno.
Desde que se lo llevaron, la mujer no paró de hacer lo que cualquier ser humano hubiera hecho por un ser querido: llamar a todas las puertas posibles para que su marido regresara a casa con vida. Curas que la conocían sobradamente por su comportamiento piadoso, le abrieron sus puertas pero no pudieron hacer nada porque -le decían- su marido “era socialista”. No pasó lo mismo en algunos pueblos de La Rioja donde otros curas, como el calahorrano don Manuel Oliván en Aguilar del Río Alhama, se enfrentó a los falangistas “del camión” diciéndoles que el único socialista que había en el pueblo era él.
José estuvo encarcelado en lo que hoy es la Escuela de Artes de Logroño. Hasta allí le debieron llegar las oraciones que su mujer y su suegra le rezaban a todas las horas del día. Pero todo fue inútil.
Victoriano, el hijo de Escalona que me contó todo esto, tenía siete años cuando pasó. Su madre y abuela le enseñaban a rezar por la liberación de su padre. En un momento de la conversación me dijo:
-¿Usted no sabe que la Virgen de la Merced es liberadora de cautivos y que todo el que se encomienda a ella libera a la persona encarcelada?
-No, no lo sabía.
-Pues sí. Mi madre me enseñó una oración cantada que decía así -y Victoriano se puso a cantar algo parecido a esto-:
Madre nuestra de las Mercedes,
fundadora celestial,
tended a estos vuestros hijos
vuestro manto maternal.
El día 24 de septiembre -día de Nuestra Señora de La Merced, la liberadora de cautivos- el niño Victoriano estaba en el “alto” o palomar de su casa cantando el himno a la Virgen cuando llegó su madre llorando a lágrima viva:
-Hijo, deja de rezar, que todo esto de la religión no es más que una mentira: Han matado a tu padre.
Cuando terminó de contarme esto, yo me quedé de piedra pues no había oído un relato tan estremecedor de los crímenes de la guerra civil. Y alguien se preguntará, ¿y cómo fuiste a parar con este hombre, con Victoriano, el hijo de José Escalona, concejal de Izquierda Republicana en el último ayuntamiento calahorrano de La República? Pues resulta que a mí me gusta hablar con la gente mayor para saber si conocen testimonios de tradición oral como son los romances, los cuentos, las leyendas, oraciones y demás. Y este hombre resulta que conocía muchas oraciones, “más de las que usted se imagina porque mi madre me enseñaba muchas”:
–¿Usted sabe quién era la madre de San Agustín? -me preguntó-
Y yo le dije: –Sí, Santa Mónica.
–Pues me sé la oración de Santa Mónica y muchas más pero no se las voy a decir porque todo eso es una gran mentira.
Este hombre me impresionó.
(JAVIER ASENSIO)
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