Dijo el poeta del "punk" Evaristo Páramos, “las banderas son trapos de colores”. Aunque esta afirmación será una verdad "técnicamente", no es menos cierto que en muchas ocasiones esos colores se convierten en algo más importante y trascendente, porque nos recuerdan a las personas que queremos, a nuestro pueblo, al marco en el que se desarrolló nuestra infancia…O rememoran el verdor de aquel paisaje al que en los malos momentos les gustaría regresar. Esa es la buena bandera. La positiva. La que no se agita en el ánimo de excluir a nadie, ni para exhibirla como un hecho diferencial o el carnet de entrada a un elitista club privado.
Los riojanos no nacen. Se hacen, y cualquiera que quiera y desee serlo lo conseguirá, aunque haya sido alumbrado en Australia. Las riojanas y los riojanos se forjan con el paso del tiempo, aprendiendo a amar nuestra tierra y nuestra cultura. Una cultura que nace precisamente del mestizaje y de la falta de alardes nacionalistas…Un acervo cultural surgido de la inclusión. Porque La Rioja es exactamente lo contrario al patrioterismo; una tierra de cruces, un espacio para idas y venidas, encrucijada de flujos culturales, de entradas y salidas.
La tierra en la que nació un lenguaje universal regalado al mundo entero , que acerca a las personas uniendo sus pensamientos. Somos las riojanas y los riojanos gente abierta, multicultural, hospitalaria. Un lugar en el que nadie es extranjero, ni se le mira como tal.
En La Rioja no somos mejores que en otra parte, pero tampoco peores. Nuestros éxitos, nuestros fracasos, nuestros avances y retrocesos están marcados por las ondas del impulso propio, por la fuerza del país al que pertenecemos, del empuje de una sociedad actual y del esfuerzo de quienes nos han precedido labrando el presente que ahora disfrutamos..
Nacer en una u otra parte no es mérito de nadie, es algo en lo que ni participas ni decides. Una circunstancia más de la vida, que determinará si eres riojano, belga o paquistaní, pero que no recortará ni aumentará tu dignidad como persona.
Hoy los riojanos nos encontramos en un momento complicado, totalmente condicionados por una pandemia sanitaria demoledora, que ha puesto contra las cuerdas a España igual que al resto de los estados de todo el planeta, y enfrentado a nuestra sociedad con sus limitaciones.
La ciudadanía del 2021 lo que nos demanda hoy es unidad y esfuerzo decidido para derrotar al virus. Ese mismo pueblo riojano que hace dos siglos ya reclamaba autogobierno, a día de hoy pide sensatez y que aunemos nuestras fuerzas para salir cuanto antes de esta difícil situación en la que la pandemia nos ha colocado durante más de un año, poniendo a prueba la solidez de nuestro sistema.
Una prueba que estamos superando muy especialmente gracias al trabajo de los profesionales sanitarios, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del esfuerzo, del resto de trabajadores públicos, de la gestión científica y política de la crisis sanitaria y por encima de ello, gracias a la comprensión y el sentido común de la inmensa mayoría de la ciudadanía, que ha dado en el último año grandes muestras de sacrificio, responsabilidad y empatía.
Porque La Rioja existe, La Rioja es.
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